A unos meses de dejar la Presidencia de la República, Felipe Calderón deja el pódium y aparece en los medios, abajo del templete, caminando micrófono en mano cerca de la gente y explicando sin encontrar con facilidad aparente, las palabras menos hirientes, para decirle a las personas que tengan más de 70 años y que se encuentren en pobreza extrema, que les va a regalar dinero.



Es decir, estamos ante un nuevo escenario de ajuste de imagen presidencial, donde la aritmética manejada por los asesores de Los Pinos, le sugieren a Felipe Calderón que diga que si bien el apoyo del "Programa 70 y más" es de quinientos pesos mensuales, el depósito no va a ser mensual... sino bimestral de mil.


Luego de haber sido testigos históricos del manejo financiero de la Estela de Luz, habría que revisar sobre en qué institución bancaria y en qué instrumentos de ingeniería financiera descansa este nuevo programa para localizar donde está el negocio de ésta, que viene a ser la más reciente burla a la pobreza nacional después de que se dijo que con 6 mil pesos se podía comprar casa, comprar auto y meter a los hijos a un colegio particular.


En cuanto al hilo conductor del sentimiento de ternura, Felipe Calderón acertó, sin embargo considerar que una persona de 70 años puede esperar pacientemente dos meses para acudir a un cajero automático a retirar el pírrico apoyo, desinfló el ánimo.


Desprovisto del empoderamiento discursivo que lo caracterizó todo el sexenio, tardíamente el presidente se baja del estrado y se acerca, al menos visualmente, a un pueblo que en silencio lo observa y recuerda sus promesas de empleo.


Un pueblo que razona y deduce que no era regalando dinero a los ancianos como esperaba que se combatiera la pobreza, sino con una promoción inteligente de fuentes de trabajo.


Pero qué le vamos a hacer... tardíamente el presidente intentó acercarse al pueblo; tan tarde, como el hecho de que hasta ahora la CONAGUA se dio cuenta de que en la Sierra Tarahumara, hay sequía.