martes, 19 de julio de 2011

ALERTA ELECTORAL...

Ir al encuentro de lo que queremos, es la esencia de la felicidad futura. Tomar el camino correcto para llegar a la prosperidad colectiva, requiere por lo pronto, que los mexicanos seamos vigilantes desconfiados del rumbo que toma la elección presidencial del 2012. Veamos por qué.

Vista la actuación prolífica en errores consecutivos que el sexenio en curso ha impreso en la historia de México, los mexicanos en edad de votar estamos comprometidos a acertar en nuestra próxima determinación de votar por aquel que será el próximo presidente de la república.

Pero antes que nada, este compromiso presupone nuestro deseo de confraternizar con el resto de los mexicanos que al igual que nosotros en esta esquina de la república, viven consecuencias devastadoras de una guerra que nadie pidió y por lo tanto, hermanados por el dolor, requerimos permanecer unidos y en alerta permanente porque lo que viene es muy delicado.

De entrada, la inevitable y desesperada estrategia de triunfo electoral que en su más reciente reunión la cúpula del PAN y el presidente Calderón han cocinado para obtener votos en 2012, no requiere plasmarse en un boletín de prensa ni divulgarse a ocho columnas para ser decodificada. Por el contrario, conociendo la lógica panista lo que iniciará en breve será una estrategia de gabinete para reptar sigilosamente por todos los rincones de la patria, en busca de los hoyos por donde durante diez años y medio se han ido al olvido las causas ciudadanas, para hacer desde ahi, alharaca reconstructiva.

Efectivamente, de ahora en adelante los funcionarios del gobierno federal van a desear que el día tuviera cien horas para reponer el tiempo desperdiciado en vanaglorias castrenses y frivolidades aliancistas. Visto desde el asiento de observador ciudadano, para ellos no existía un camino mejor para distraer al país de su ineficiencia, que imponer una agenda de terror urbano y rural.

Solo que no midieron algo. Que la velocidad de sus boletines y de las declaraciones de sus voceros, era mucho, pero mucho menor, que la de las redes sociales que muy pronto alcanzaron tal amplitud y coordinación, que la capacidad de control federal sobre la información que quería que llegara a los ciudadanos, fue rebasada por el razonamiento colectivo.

Tarde lo comprendió la imberbe burocracia panista y hasta quisieron entrar a las redes, pero cuando apenas estrenaban sus portales fue tanta la sociedad civil que se les vino encima con mensajes de exigencia, críticas y reclamos, que mejor bajaron el volumen de su tardía estrategia.

Este fenómeno comunicacional de identificación ciudadana en las redes sociales fue tan transparente, que permitía ver la conectividad, el direccionamiento de las intenciones populares, las actitudes y hasta el interés de último minuto de la colectividad. Pero como ese objetivo –conocer lo que piensa la gente- no se encuentra entre los puntos de importancia de la derecha en el poder federal, pues no lo vieron venir y hoy, seguramente lo han de estar lamentando.

Ese desconocimiento de lo que la gente quería en realidad fue grave y el gobierno de Felipe Calderón jamás lo quiso reconocer. Prefirió gobernar con las opiniones de sus más allegados aduladores, mientras los mexicanos, incluyendo a los panistas de a de veras, apretaban los labios y movían la cabeza reprobando las acciones presidenciales encaminadas en su mayoría, a tareas castrenses que nada bueno le han traído a la procuración de justicia y menos a la economía nacional. Más bien, concibieron un modelo de injusticia sistémica que dejó calles, carreteras y escuelas llenas de sangre, de temor y de amargura.

Por eso, debemos de ser muy cautos en el análisis de lo que próximamente van a hacer el presidente de México y su gabinete. Los parches emergentes de final de sexenio van a constituir seguramente el gasto más alto que administración federal alguna haya realizado y el maquillaje estadístico estará a la orden del día.

De ahora en adelante veremos un gobierno federal muy aplicadito, atento, diligente, cordial, sembrador y hasta interesado en tocar y otorgarle prioridad a temas sociales que habían sido borrados de la agenda presidencial en razón del peso específico de la apocalíptica preferencia por ensangrentar al país.

Pero ahí no termina esta proyección. Si la ciudadanía amante de la paz y la concordia se blindara intelectualmente y votara mayoritariamente a favor del pasado pacífico, no debemos dudar que el plan “B” de los panistas será una judicialización de la elección, aderezada con escenarios también “B”, de barbarie.

Preparémonos entonces, a grandes sorpresas desde la madrugada del día de la elección, porque vista la insensibilidad que envuelve a la ambición, nada existe que convenza a Felipe Calderón que su tiempo expiró y que ya es demasiado tarde para reconstruir un tejido social que él mismo destejió en aras de legitimar su mandato apoyado por los patrocinadores del Plan Mérida quienes hoy, paradójicamente atraviesan situaciones financieras muy complicadas.

Ojala que este tiempo de vacaciones, sirva para que los hogares mexicanos reflexionen sobre la realidad que vive el país, analicen los spots del gobierno federal y midan la gran diferencia existente entre ambos. Ahí está la clave para descifrar el engaño panista.

La verdadera búsqueda del progreso inicia eligiendo la ruta correcta y es de esperarse que la inteligencia emocional de la sociedad mexicana encuentre la luz de la paz al final de este túnel sexenal, que por lo pronto, ha despertado a un año de la elección presidencial, la inquietud ciudadana de levantar desde ahora, nuestra propia alerta electoral.






























viernes, 8 de julio de 2011

DIALOGOS CIUDADANOS...


El contenido de la más reciente versión publicitaria del gobierno federal dirigida a los televidentes, nos deja ver dos posibilidades lamentables. O que no sabe realmente lo que la gente platica entre sí, o que sí sabe y necesita urgentemente manipular esa realidad que vive México. Veamos por qué.

La unipersonal decisión presidencial de lanzar a las calles, carreteras y escuelas a nuestras fuerzas armadas sin la menor estrategia de inteligencia científica policial, ha traído consecuencias anímicas y económicas tan dañinas, que podríamos asegurar son irreversibles en el corto y mediano plazo para la mayoría de los mexicanos decentes, vivan donde vivan y hagan lo que hagan.

Obviamente, los estudiosos de la economía nacional inscritos a la nomina federal detectaron esta consecuencia socio económica y alertaron a la casa presidencial. La reacción a mi manera de ver se da en dos vertientes: la primera, que el secretario de hacienda culpe a las economías europeas y norteamericana de lo que irremisiblemente va a ocurrir en el país a causa de la inmovilidad económica y la segunda, meter con calzador cada corte comercial de los programas pautados en horario triple A y noticieros, un teatral engaño para rescatar a Felipe Calderón y a su partido, del fango estadístico en que se encuentran posicionados.

Omitiendo deliberadamente darle el valor real que se merece la novedosa e intensa conectividad que las redes sociales le permiten a la ciudadanía para unificar criterios, los estrategas al servicio del gobierno panista decidieron producir micro telenovelas de 20 segundos, donde el héroe es ni más ni menos, el gobierno federal.

Dichos spots televisivos, no solo contradicen las conversaciones reales que hoy, hoy, hoy, se dan entre los mexicanos del norte del sur y del centro, sino que ponen en boca de actores y actrices, palabras y conclusiones que llenan de indignación a quienes los ven, sencillamente porque son irreales.

Los diálogos de esta desesperada campaña televisiva de ficción calderoniana representan una burla para quienes platican de verdad con vecinos, amigos, familiares o compañeros de trabajo, coincidiendo en que la manera en que se lleva a cabo el combate a los delitos contra la salud ha traído pánico masivo e injusta diseminación de sangre inocente.

La injusticia sistémica en que se dan los casos de quienes inocentemente quedan inertes en banquetas, carreteras o campus universitarios sin que nadie saque la cara, es tan indignante, que ya nadie puede dar reversa al criterio con que los ciudadanos juzgan de absurda e ineficiente a la guerra que nadie pidió. No vayamos muy lejos, una regla de tres simple basada en los comerciales del propio gobierno federal nos deja ver lo monstruoso de la insensibilidad: si para capturar 17 de 37 transgresores de la ley llevamos 40 mil muertos, cuánta sangre queda por derramar?

Si en su más reciente exabrupto público, el presidente Calderón le hablo con sinceridad al poeta Sicilia -con manotazo a la mesa de por medio- diciéndole que la forma de traducir a los hechos la intención presidencial de combatir a la delincuencia sin estrategia alguna, obedece a que nadie le ha sugerido una estrategia, la disculpa podría ser la más pobre que el pueblo mexicano ha recibido de un gobernante.

Nadie en su sano juicio que se comporte dentro de los parámetros de la moral media de la sociedad podría aceptar con beneplácito la decisión de que las fuerzas armadas salgan a la calle a ver con que delincuente se topan. Esa decisión, es una irresponsabilidad humanitaria.

Si bien la condición corporativa de prevención delictiva y procuración de justicia padecía imperfecciones, era por ahí por donde se debía haber empezado.

Aquel que le haya aconsejado al presidente Calderón que su legitimación no requería primeramente el consenso con los gobiernos estatales sino que primero tenía que demostrar carácter y supremacía derramando sangre en calles, carreteras y campus universitarios para luego forzar la coordinación interinstitucional intentando desacreditar y culpar a los gobiernos estatales y municipales, se equivocó.

Era al revés. Antes de llegar a los estruendos persecutorios resultantes de la casualidad, procedía el sigilo inteligente, astuto, audaz, efectivo y hasta heroico, pero en el seno de esa valiosa secrecía republicana que lamentablemente los panistas no conocen. Todo indica que la megalomanía derechista sugirió en su momento, ruido, escándalo y sobre todo, culpar al pasado priísta, sin importar las vidas decentes que iban desapareciendo de la vida urbana y rural de todo el país y que alguien denominó en auxilio a la figura presidencial, “daños colaterales”.

Por piedad, no vengan ahora con spots en el que una mujer chofer de taxi opina que así como se está combatiendo a la delincuencia es correcto y que el país estaría peor si no se hubiera iniciado la guerra absurda. Por favor, no vengan con que un chofer de tráiler invita a los demás a disfrutar los restaurantes en las orillas de las carreteras y que viajar por tierra es una delicia.

Esos, no son los verdaderos diálogos ciudadanos.

viernes, 1 de julio de 2011

LAS MEGATENDENCIAS...

Los liderazgos empiezan a dejar de ser impuestos. La falacia que durante muchos años revistió a la selección de hombres y mujeres que fueron a las luchas electorales escogidos en base a su opulencia para movilizar micro universos de poder en países, estados, ciudades, barrios y colonias, se agota.



Se percibe en el ambiente global un movimiento irreversible de coincidencia en el razonamiento colectivo ciudadano, que facilita increíblemente la cohesión de quienes piensan que los políticos que se encuentran en activo, no son todos tan capaces como se desearía.


Las sociedades respiran un ambiente de insatisfacción que sirve como caldo de cultivo a una nueva manera de expresión, cada vez más abierta y sin mordazas hipócritas que de facto han paralizado durante mucho tiempo, la libertad de expresión cuando de censurar gobiernos se trata.


Es lamentable que en su mover tan rápido, los políticos en funciones de todo el mundo, soslayen esta nueva tendencia humana que los rodea, porque están cegados por las prácticas oportunistas y convenencieras que les sirvieron de escalafón social para arribar al poder.


Y no es que les falte capacidad de análisis, sino que la inercia del unipersonalismo de la gestión política les ha dañado la sensibilidad y el entendimiento, a raíz de la adulación recibida a lo largo de sus meteóricas carreras, donde no hay cabida para recomendaciones, opiniones y menos para censura sincera.


Esto último, lamentablemente nos hace pronosticar que si los que hoy se hacen llamar políticos no resuelven rápido su entrega a las verdaderas causas ciudadanas y en contrario, prefieren continuar en la comodidad discursiva del tinglado de la farsa partidista, entonces su destino funcional será corto y poco grato.


Y la verdad es que en la aritmética global, poco importaría que tal o cual político se quede fuera de los reflectores a causa de su negligencia intelectual, si la consecuencia de su destronamiento no lesionara la dinámica institucional con un vacío donde, por insuficiencia de cuadros de alto perfil intelectual y experimentado, habría que echar mano otra vez de los inexpertos, que resultan ser tan nocivos como él.


En gran parte esa es la breve historia del fracaso del panismo en estos años. Lejos de apoyarse en la experiencia de los que sabían, optaron por “limpiar” los escritorios de funcionarios eficientes que colaboraban con los gobiernos priistas y el fracaso resultante lo estamos padeciendo hoy. Pero ese no es el tema.


México, que sí es nuestro tema fundamental, tiene hombres y mujeres valiosos en todos los partidos. Solo hay que modelar una tendencia intelectual de complementariedad doctrinaria donde la ciudadanía sea el centro de la atención y la gestión. Es imperativo cancelar la discrecionalidad que hoy ejercen los gobiernos y las mayorías congresionales que toman represalias contra las zonas o regiones donde la mayoría electoral no les favorece.


Las cosas han cambiado de tal manera que tienen que desaparecer los políticos que se cortan las venas por su partido en vez de cortárselas por sus representados. De hecho, la proximidad de las elecciones del 2012, trae consigo un cúmulo gigantesco de ciudadanos con intenciones de contender por posiciones de representación popular, pero no solamente para figurar, sino para servir en serio a la ciudadanía.


Se trata de personas que nunca habían figurado, pero que siempre estuvieron atentas al devenir de la nación, de su estado y de su municipio. No recuerdo recientemente alguna mención de hombres o mujeres valiosos, que al plantearse la posibilidad de otorgarles una candidatura, la respuesta no haya sido: “si… pero no tiene dinero”.


Cuando esas figuras hoy pisoteadas por la insuficiencia económica salgan a manifestarse, todo indica que van a sobrar seguidores igualmente ansiosos de contar con representantes populares honestos, sin importar que no tengan capital propio. Quizás estemos ante una próxima modalidad de “candidatos por cooperación”.


Por ahora, es deseable que quienes se han profesionalizado en los temas políticos y particularmente legislativos, puedan percibir y tomar conciencia del llamado universal y se sumen a los anhelos de la ciudadanía, no solamente con el fin de continuar en funciones, sino para que abracen a los nuevos políticos que surgirán de ese anonimato donde hoy todavía se mantiene hundida y callada la voz de la ciudadanía.


Y no me refiero a la marcha de Sicilia. Esa es solamente la muestra que México tiene a la vista de manera directa. A lo que me refiero es a la movilización de grupos intelectuales de Europa, donde lo que menos se ve son siglas de partidos políticos.


El mundo ha llegado a un nivel de sufrimiento colectivo, que si los gobiernos no invierten la pirámide para dejar que sean los planes de las mayorías los que substituyan a los proyectos que solamente benefician a los grupos económicos o de poder, estarán dosificando el futuro con un ingrediente acelerador de una preocupante debacle.


La situación mundial, someramente analizada por los medios de comunicación y consecuentemente en menor proporción por los políticos en funciones, demanda un alto en el camino para reflexionar a tiempo, sobre las demandas ciudadanas que a diario brotan del desempleo, la ineficiencia magisterial, la masificación del miedo, la injusticia sistémica y la pobreza extrema.


No hacerlo, significaría desafiar a las megatendencias.