jueves, 19 de enero de 2012

CHIHUAHUA SEDIENTA, DE JUSTICIA SOCIAL.


Las imágenes de aquel húmedo capítulo en que la CONAGUA dejara “colgada” a la administración municipal de Reynosa con un adeudo aproximado de 12 MDP que representaban el arreglo de toda la infraestructura de drenaje que se tuvo que colapsar para evitar que la irresponsabilidad de ese organismo provocara que las lluvias del Huracán Alex inundaran varias colonias próximas al cauce del Rio Bravo, nos vuelven a la memoria cuando apenas hace unos días, en conferencia de prensa aparece a cuadro en los medios televisivos el Director de la Comisión Nacional del Agua, anunciando tardíamente que en Chihuahua hay sequía.

Tristemente recordado, al menos en Reynosa, por solapar con lujo de prepotencia el grave descuido de sus subalternos al no disminuir los niveles de las presas previamente a la temporada de huracanes en 2010, Luege Tamargo dio a conocer a la opinión pública que en el estado de Chihuahua hay escases de agua a consecuencia de una tremenda sequía.

No fue sino hasta que su intención de ser candidato del PAN a la jefatura de gobierno del Distrito Federal se vio cancelada por la decisión cupular panista que entronizó a la lideresa de un movimiento social, Isabel Miranda de Wallace, que el responsable de los diagnósticos continuos del abasto de agua en el territorio nacional recordó que había un pendientito en Chihuahua.

Es decir, ya aquietado su interés político, el director responsable de surtirle agua a los mexicanos, se acordó de su responsabilidad y con su aparición nos permitió hacer una reflexión breve sobre cómo esa gran entidad federativa fronteriza, fue irónicamente olvidada por el gobierno federal en cuanto a la atención de los niveles sociales más vulnerables, mientras que a las fuerzas económicas privilegiadas, nacionales y extranjeras, dedicadas a la metalurgia, se les otorgaron omnímodos privilegios.

Ancestralmente ligados con las fuerzas provenientes del exterior para explotar a México, los panistas hoy siguen nadando en contra de la corriente nacionalista para propiciar la riqueza de extraños, aunque los chihuahuenses, particularmente los indios Rarámuris, se ahoguen en la miseria.

A los derechistas solamente les da por utilizar el color rojo que tienen tan odiado en la cromática partidista, para teñir la alfombra que personalmente les tienden al paso de Coeur d’Alene Mines, Gold Corp., Gammon Lake, Glamis Gold, Agnico Eagle Mines, GrupoMéxico, Mine Finders, Agnico Eagle Mines, Panamerican Goldfields, Gammon Gold y Jinchuan Group.

Los que saben dicen que asciende a alrededor de 84 mil millones de pesos lo que la producción minera de Chihuahua ha puesto en las cuentas bancarias de múltiples empresas tanto mexicanas como de fuera, mientras la vida cotidiana de los habitantes de clase media ese rico estado transcurre con bajo perfil en el campo del crecimiento económico y en las áreas más distantes a la civilización, como la habitada por los indios Rarámuris, la pobreza ha llegado a niveles desesperantes hasta en cuestión de agua.

Si revisamos el precio en el mercado, encontraremos una asimetría por demás indignante porque empresas como Coeur d’Alene Mines gasta de seis a siete pesos en producir una onza de plata, mientras los habitantes del suelo donde nace esa gran cascada de enriquecimiento multinacional, no tienen qué comer ni qué beber.

Si es cierto, como se dijo en diciembre, que el Presidente de México pasaría vacaciones navideñas en Chihuahua, habría que ver quiénes lo atendieron y que nexos tienen éstos con los explotadores del subsuelo de ese estado donde curiosamente al inicio de enero, CONAGUA puso finalmente la mirada para descubrir que había sequía, ignorando quizás que la misma sed que tiene Chihuahua, la padece el país entero, pero de justicia social, de empleo, de paz y de educación de calidad.

No era necesario que Felipe Calderón se adornara delante del embajador estadounidense proclamando la necesidad de un enfoque gubernamental y ciudadano hacia el calentamiento global para resolver el caso de Chihuahua. Lo que debió haber hecho desde hace mucho, era buscar la fórmula para que de las utilidades exorbitantes que se obtienen de esa zona en el rubro minero, se constituya un fondo que vaya directamente a dar apoyo a los habitantes de la zona para la consecución de agua y de alimentos; pero lamentablemente la guerra que nadie pidió, lo mantuvo absorto cinco años.

Sobra decir que ni la sequía empezó ayer, ni la hambruna se desató en diciembre del 2011. Nos encontramos ante un penoso asunto cuyo fondo es el irresponsable olvido de las obligaciones gubernamentales de la federación, donde Chihuahua es solamente una pequeña muestra de cómo el país entero, tiene sed y tiene hambre, pero de justicia social.

De poco sirve sentirse orgulloso del PAN para ganar una candidatura a la Presidencia de la República, cuando no se cumplió con el pueblo desde la SHCP, SEDESOL y el Senado.

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