lunes, 31 de octubre de 2011

RUMBO Y NIVEL...

Los destellos son instantes de iluminación que nos permiten ver con claridad lo que hay a nuestro alrededor. Entonces, si entre los más recientes destellos de inteligencia emocional colectiva los mexicanos hemos puesto atención especial en el rumbo que lleva el país, lógico sería esperar que en un subsecuente destello se toque el tema de los niveles sociales.

Si gracias al primer destello los mexicanos estamos ante la gran oportunidad de consolidar un rumbo, porque no pensar de una vez en prepararnos para hacer ajustes necesarios para colocar a cada quien en su lugar.

Siendo este sexenio en el que más se ha acentuado la diferencia entre las clases sociales, solo puedo decir que México acortaría esas distancias si todos focalizamos a la educación de calidad, como prioridad nacional.

Y no me refiero a la educación en las aulas, sino a la que se vierte desde los pódiums donde políticos carentes de solidez doctrinaria, exhiben debilidades intelectuales extremas.

Si nos imaginamos la pirámide social de finales de siglo, la base se encontraba en la parte inferior, sin embargo, los errores itinerantes de los líderes sociales y económicos, provocaron que esa misma pirámide se encuentre hoy invertida, convirtiendo a las elites gobernantes y financieras, en receptoras obligadas del despertar de las masas.

De ahí que la pobreza intelectual de algunos políticos de todo el orbe, represente un gran obstáculo para satisfacer las necesidades que exigen las nuevas sociedades del siglo XXI.

Esa impericia perceptiva de algunos políticos, creámoslo o no, impacta en la transformación de la sociedad en su conjunto porque niños, jóvenes y adultos están viendo en los medios, su insolvencia operativa.

La ciudadanía global que durante mucho tiempo no se preocupó en identificar a los actores políticos, hoy no solamente los cuestiona, sino que condena por igual a los partidos políticos a que pertenecen.

Hoy, esa ciudadanía se ubica en la parte superior de la pirámide invertida y ya dejó de ser un sustantivo de discurso. Lo grave es, que algunos políticos aun no se han dado cuenta.

En el caso de México, la ciudadanía no está esperando la elección presidencial para emitir un voto. La gente va a emitir una sentencia. Esa galopante masa popular que para los improvisados de la derecha es amorfa, ya cuenta con herramientas de conectividad inimaginables.

Y si ve con buenos ojos la oferta de rumbo, también exige que la clase política entienda que los niveles ya intercambiaron posición.

La sociedad participativa observa con mirada rigorista y censura que los partidos políticos impulsen hombres y mujeres solo por la urgente necesidad de llenar espacios o para complacer a grupos de intereses que nada han hecho para favorecerla.

La inmadurez intelectual de los políticos ya no pasará inadvertida y la fatiga emocional de la gente ya no aguantará otra estructura gubernamental federal tan llena de improvisados como la actual.

La decepción, el hartazgo y la insatisfacción ciudadana, que con justa razón señala a los partidos como responsables directos de las equivocaciones de los hombres y mujeres que hoy ocupan cargos de preeminencia, llegaron a su límite.

Ya no se admitirá que con el pretexto de que son personas llenas de buena voluntad, los inexpertos ocupen cargos públicos. Y si hay un endurecimiento en la forma en que la ciudadanía está juzgando a los partidos, éstos deben cuidar que quien ascienda a una posición, cuente con trayectoria suficiente para enfrentar las complicaciones y los retos propios del quehacer que se le asigne.

En la pirámide invertida, los gobiernos del nuevo milenio ya no aguantan improvisaciones, así que, o pasan por alto los apellidos, las alcurnias y los intereses de grupos, o deberán resignarse a deshacerse de los políticos improvisados cada vez que la ciudadanía se los exija con marchas y plantones.

Para muestra, las sociedades europeas y para preocuparse, la nueva actitud occidental donde la ineptitud ya no se maquilla ni con espectaculares con caras y colores, ni discursos vacíos de doctrina.

Curioso, pero mientras el fracaso bisexenal del “cambio” y del “empleo”, sirvieron para que la ciudadanía aprendiera que los slogans no aseguran el futuro, los líderes políticos y financieros allegados al PAN no tomaron conciencia que la pirámide social de hoy, los ubicaba en la parte inferior.

Ahora solo resta asegurarnos que en el próximo sexenio, el rumbo de la pirámide social invertida quede en manos experimentadas y sabedoras que su nivel está, abajo, muy por abajo, de la nueva voluntad ciudadana.

martes, 11 de octubre de 2011

ECONOMIA Y PAZ...

Dos renglones que los gobiernos de Estados Unidos y México han torcido sin querer, son respectivamente la economía y la paz.

En consecuencia, surgieron oportunidades sui generis para que los habitantes de ambos pueblos se fusionen anímicamente con inusitada actitud solidaria.


Ancestralmente doblegado por la superioridad económica del vecino del norte, el país azteca ha sufrido laceraciones almáticas colectivas que van desde el arrebatamiento del territorio, discriminación racial, invasiones en el siglo XIX y recientemente el flagrante intervencionismo que cínicamente soslaya el gobierno federal.


Otrora recipiendario de caravanas y sumisión global; acostumbrado a triangular opiniones a través de la Organización de Naciones Unidas; avasallante en sus determinaciones expansivas y desconocedor de los límites geográficos cuando sus intereses van de por medio, el gigante vecino, hoy se tambalea.


A Estados Unidos aparentemente también le ha llegado un tiempo adverso, resultado inequívoco de las contradicciones internas que vive una sociedad engrandecida por su cotización, pero devaluada por su proceder.


La ruta histórica que compartimos con Estados Unidos ha tenido aristas difíciles de conllevar, pero gracias a la inteligencia emocional de los cancilleres del siglo pasado, el respeto mutuo no se había quebrantado hasta los niveles de impunidad que hoy se asoman en materia de introducción ilegal de armas a México.


De la misma manera, los niveles de la discrecionalidad aduanera de los últimos 10 años, salpican de estiércol cualquier discurso expiatorio que se pronuncie ya sea en Los Pinos o en Tlatelolco.


Pero tuvo que pasar, que las calificaciones financieras emitidas por prestigiados expertos disminuyeran el rango crediticio de la cuna del capitalismo, para que se creara una situación de desequilibrio emocional en los mercados bursátiles que a su vez, invadió la conciencia nacional norteamericana y a partir de ahí, el término “volatilidad” se ha convertido en el vocablo de moda mundial para referir que de la fortaleza económica estadounidense, solo queda el recuerdo.


Mientras tanto, al sur del Rio Bravo, la masificación del miedo astutamente diseñada por el gobierno federal en vía de conservar el poder en las próximas elecciones presidenciales, despertó un sentimiento de supervivencia en las clases alta y media alta, que no estaba en el catalogo de riesgos del plan Calderoniano.


Lo que pasó no tiene parangón. La política errada de pretender acabar con la delincuencia mediante operativos insensibles a la inocencia circunstancial, orillaron a los empresarios mexicanos del noreste de México a buscar un refugio próximo a sus propiedades que les permitiera continuar manejando sus negocios desde un clima de paz.


Si, se fueron a Estados Unidos con todo y familia. Actualmente despachan desde territorio estadounidense, ya que la omisión de una política seria de combate a los delitos contra la salud por parte del gobierno federal panista, convirtió a todo el país, en una cuerda floja sin red de protección para quienes tengan un negocio, transiten en carreteras, asistan a un juego de futbol, se diviertan en un casino o caminen en el campus de una universidad privada.


El punto de inflexión de este modesto análisis se centra entonces en que la gente que habita en ambos lados de la frontera, ya descubrió que sus vecinos tienen algo que no hay en su propio país.


Los mexicanos cuyo gobierno federal ha propiciado la ruptura de la paz, la encuentran en ciudades fronterizas de los Estados Unidos; y los norteamericanos de cualquier origen étnico que viven la histeria colectiva del derrumbamiento económico de su país, ya entendieron que esos mexicanos que están llegando, a diferencia de los que eternamente han sido humillados a causa de ir en pos del “sueño americano”, llevan harto dinero, ganas de invertir y son por el momento, su único sustento virtual a la mano.


Entonces, este análisis se abre a la luz pública con la finalidad de que entendamos el gran significado que tiene para los gobiernos, la lección histórica de haber descansado erróneamente sus decisiones, en enfoques de beneficio cupular.


Esa gama intermedia de ciudadanos mexicanos que nada le piden al gobierno -en sus tres órdenes- porque su condición económica le permite refutar y censurar discursos sin el temor de ser borrados de las listas de entrega mensual de despensas, ya se va. Mejor dicho, ya se fue.


Y para el segmento estadounidense que habita en las proximidades de la frontera con México en Texas, nuestros paisanos emigrantes representan el recurso circunstancial más valioso para mantener viva una nueva productividad binacional. Esa, que el gobierno mexicano actual no supo incluir ni en su absurda aventura bélica, ni en sus programas de innovación económica.


Así que economía y paz, han dado a luz una nueva generación de eficacia emocional solidaria.