Los destellos son instantes de iluminación que nos permiten ver con claridad lo que hay a nuestro alrededor. Entonces, si entre los más recientes destellos de inteligencia emocional colectiva los mexicanos hemos puesto atención especial en el rumbo que lleva el país, lógico sería esperar que en un subsecuente destello se toque el tema de los niveles sociales.
Si gracias al primer destello los mexicanos estamos ante la gran oportunidad de consolidar un rumbo, porque no pensar de una vez en prepararnos para hacer ajustes necesarios para colocar a cada quien en su lugar.
Siendo este sexenio en el que más se ha acentuado la diferencia entre las clases sociales, solo puedo decir que México acortaría esas distancias si todos focalizamos a la educación de calidad, como prioridad nacional.
Y no me refiero a la educación en las aulas, sino a la que se vierte desde los pódiums donde políticos carentes de solidez doctrinaria, exhiben debilidades intelectuales extremas.
Si nos imaginamos la pirámide social de finales de siglo, la base se encontraba en la parte inferior, sin embargo, los errores itinerantes de los líderes sociales y económicos, provocaron que esa misma pirámide se encuentre hoy invertida, convirtiendo a las elites gobernantes y financieras, en receptoras obligadas del despertar de las masas.
De ahí que la pobreza intelectual de algunos políticos de todo el orbe, represente un gran obstáculo para satisfacer las necesidades que exigen las nuevas sociedades del siglo XXI.
Esa impericia perceptiva de algunos políticos, creámoslo o no, impacta en la transformación de la sociedad en su conjunto porque niños, jóvenes y adultos están viendo en los medios, su insolvencia operativa.
La ciudadanía global que durante mucho tiempo no se preocupó en identificar a los actores políticos, hoy no solamente los cuestiona, sino que condena por igual a los partidos políticos a que pertenecen.
Hoy, esa ciudadanía se ubica en la parte superior de la pirámide invertida y ya dejó de ser un sustantivo de discurso. Lo grave es, que algunos políticos aun no se han dado cuenta.
En el caso de México, la ciudadanía no está esperando la elección presidencial para emitir un voto. La gente va a emitir una sentencia. Esa galopante masa popular que para los improvisados de la derecha es amorfa, ya cuenta con herramientas de conectividad inimaginables.
Y si ve con buenos ojos la oferta de rumbo, también exige que la clase política entienda que los niveles ya intercambiaron posición.
La sociedad participativa observa con mirada rigorista y censura que los partidos políticos impulsen hombres y mujeres solo por la urgente necesidad de llenar espacios o para complacer a grupos de intereses que nada han hecho para favorecerla.
La inmadurez intelectual de los políticos ya no pasará inadvertida y la fatiga emocional de la gente ya no aguantará otra estructura gubernamental federal tan llena de improvisados como la actual.
La decepción, el hartazgo y la insatisfacción ciudadana, que con justa razón señala a los partidos como responsables directos de las equivocaciones de los hombres y mujeres que hoy ocupan cargos de preeminencia, llegaron a su límite.
Ya no se admitirá que con el pretexto de que son personas llenas de buena voluntad, los inexpertos ocupen cargos públicos. Y si hay un endurecimiento en la forma en que la ciudadanía está juzgando a los partidos, éstos deben cuidar que quien ascienda a una posición, cuente con trayectoria suficiente para enfrentar las complicaciones y los retos propios del quehacer que se le asigne.
En la pirámide invertida, los gobiernos del nuevo milenio ya no aguantan improvisaciones, así que, o pasan por alto los apellidos, las alcurnias y los intereses de grupos, o deberán resignarse a deshacerse de los políticos improvisados cada vez que la ciudadanía se los exija con marchas y plantones.
Para muestra, las sociedades europeas y para preocuparse, la nueva actitud occidental donde la ineptitud ya no se maquilla ni con espectaculares con caras y colores, ni discursos vacíos de doctrina.
Curioso, pero mientras el fracaso bisexenal del “cambio” y del “empleo”, sirvieron para que la ciudadanía aprendiera que los slogans no aseguran el futuro, los líderes políticos y financieros allegados al PAN no tomaron conciencia que la pirámide social de hoy, los ubicaba en la parte inferior.
Ahora solo resta asegurarnos que en el próximo sexenio, el rumbo de la pirámide social invertida quede en manos experimentadas y sabedoras que su nivel está, abajo, muy por abajo, de la nueva voluntad ciudadana.