lunes, 28 de febrero de 2011

ESTRATEGIA CIUDADANA...

Nos encontramos en una posición histórica que merece un asomo a la ventana del futuro.



Por el bien de nuestra descendencia requerimos desapegarnos al egoísmo intrínseco de la globalización y al mismo tiempo acercarnos al humanitarismo.


La visión al menos de corto plazo nos debe servir para alinear nuestra responsabilidad histórica en la familia, en la comunidad y en la nación.


Sin importar que los parámetros oficialistas de la federación celebren una bonanza inexistente, nosotros los mexicanos, tenemos que integrar una estrategia ciudadana de discreción y temporalmente hacer a un lado nuestros oídos de la crítica, sobre todo cuando esta es precisamente el arma mediática de todo aquel que pretenda llegar o mantenerse en el poder.


Evitemos convertirnos en aceptadores autómatas de los razonamientos y las reflexiones ajenas, muchas pagadas, que no reflejan el verdadero sentimiento de la ciudadanía.


Si los azules critican a los tricolores, los amarillos se suman esperando migajas. Si los anaranjados critican a los azules, los amarillos y los tricolores aplauden, mientras los azules se enojan y los rojos hacen mutis abrazados de los aqua.


A causa de esa caleidoscópica realidad partidista que nos está ahogando con la multiplicidad de críticas, los ciudadanos nos estamos desconcentrando de la realidad que nos rodea.


Porque en el fondo, el juego de la descalificación, aun cuando esta sea justa como en el caso de las mediocres actitudes triunfalistas de nuestro gobierno federal en crisis, solo nos conduce a distracciones que nada bueno nos traen.


Vienen tiempos en los que lo más conveniente será hacer a un lado la bifurcación ideológica que tanto daño ha causado al país y focalicemos nuestro esfuerzo productivo en un solo surco donde sembremos crecimiento y progreso: el de nuestra familia.


Tanto quehacer político para encantar a la sociedad y merecer la confianza efímera del día de las elecciones en 2012, ha orillado al gobierno de Felipe Calderón a cometer las monstruosidades más aterradoras. Una de ellas, la más reciente, querernos convencer que con 6 mil pesos una familia puede tener acceso a casa, carro y colegio particular para los hijos.


Si los políticos del país no fueron convocados por el presidente a llegar a un acuerdo productivo, de crecimiento, de superación o de competitividad, entonces, hagamos uno los ciudadanos: dejar a un lado la crítica y desplazarnos con sigilo hacia el rincón de la secrecía del voto, haciendo como que no los vemos ni los oímos, pero muy conscientes de que ni con la aplicación de esteroides a las estadísticas, nuestro país camina derecho. Porque un silencio bien organizado, seria también sinónimo de ejemplar participación ciudadana.


Olvidemos por un instante que el pais camina jorobado, dolido, triste, golpeado, humillado, por la senda de un internacionalismo que no perdona pifias sexenales, con las calles, carreteras y escuelas manchadas de sangre inocente, sin poder, como en el pasado, presentarse erguido ante el concierto de las naciones.


Conciudadanos: Pensemos por un minuto que la aritmética electoral esta vez si va a conducirse sin algoritmos que provoquen iteraciones porcentuales que aparentemente pasen desapercibidas en el panorama nacional al momento de hacer la sumatoria final de la elección.


Concentrémonos en el nivel de productividad que cada quien tenga a su alcance. Igual que lo hacen los que con botellita de agua en mano y corriendo el riesgo de llevarse una que otra mentada de madre, se la juegan limpiando vidrios de los carros que cruzan los puentes internacionales hacia Estados Unidos.


Lamentablemente en medio de esa miseria evidente e inocultable que pulula sin remedio por toda la nación, es de donde debemos tomar ejemplo de tenacidad para salir adelante, para llevar sustento a la mesa y para medio cumplir con los compromisos económicos contraídos.


Olvidemos la crítica. Al cabo ya sabemos qué clase de gobierno tenemos. Ya sabemos que no hay empleo, que no hay derrama económica y que somos el patio trasero de los que nunca se cansarán de culparnos de sus vicios no tan ocultos.


Reconozcamos que jamás serán escuchadas en horarios televisivos “Triple A” las verdaderas historias de clamor popular que ahogan la vida nacional, porque esos espacios son exclusivos de la mercadotecnia electoral de la federación.


Ya que obligados por el miedo, los mexicanos productivos del noreste han abandonado calles, negocios, casas, familiares y amistades, que sean entonces las cocinas de los hogares de los que quedamos, donde en medio de la plática familiar, se fragüe el destino del México de 2012.


Lejos de tomar las plazas públicas y auto inmolarnos, guardemos silencio y hagamos de nuestro derecho a votar en 2012, el grito de independencia que la nación exige.


Esta podría ser, una buena estrategia ciudadana.

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