martes, 6 de marzo de 2012

¿Por qué Peña Nieto?

Oscar Luebbert, amigo y líder, me envió esta interesante reflexión que a mi manera de ver, reune ángulos de observación con los que coincidimos quienes hemos tenido el preivilegio histórico de haber vivido la última mitad del siglo pasado y el inicio del que transcurre.


Felicito al Joven profesionsita autor de estas líneas y mucho me honra compartirlas con los lectores de este humilde espacio. Guillermo García Villegas, el autor, es ex alumno de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, titulado en noviembre del año pasado presentando la tesis “Senadores de Representación Proporcional en México”, nos comparte el presente artículo de opinión que aborda de manera muy puntual los motivos por los cuales el abanderado del Partido Revolucionario Institucional debe ser considerado como la mejor opción en la próxima elección federal.

Espero sea de su agrado.

"¿Por qué Peña Nieto?
Por Guillermo García Villegas

Decir que vas a votar por Enrique Peña Nieto se interpreta en ciertos círculos sociales como una provocación. El candidato que actualmente lidera todas las encuestas, despierta el rechazo de gran parte de los electores. Nadie sabe exactamente por qué, quizás sea por lo que pasó en la feria internacional del libro, tal vez porque su esposa trabajó en Televisa, o quizás simplemente por que es priísta, pero claramente el tono de los ataques en su contra son cada vez más agresivos y personales. Sin embargo se mantiene arriba en las encuestas. Es cierto que en las últimas dos elecciones siempre ha caído el primer lugar, es mentira sin embargo, que la diferencia haya sido tan amplia como en ésta ocasión.[2] A Peña ningún escándalo le pega, ningún insulto lo disminuye. Mientras su hija se equivoca, mientras se separa del PANAL, los puntos de ventaja permanecen, los enemigos declarados de Peña Nieto no le encuentran explicación. La respuesta, por simple, se les escapa de la vista.

El desorden

A pesar de que el siglo veinte terminó hace ya más de una década, como pueblo y como nación estamos imposibilitados por su cercanía a hacer un corte de caja o una digestión pública adecuada de los hechos que nos marcaron durante el siglo pasado. La revolución con todo su esplendor cultural y barbarie humana nos dejó un grupo de ideales y principios que los mexicanos pocas veces pudimos comprender y mucho menos ejercer, quizás a causa de eso fue y sigue siendo un estandarte social de la injusticia y la utopía que se toma más por arrebato provocador que con reflexión ideológica.

Sin embargo hubo cambios sanos y enormes en México durante el siglo pasado. Se afianzó nuestra identidad nacional a través de la cultura, se aumentó el patrimonio con acciones como la expropiación del petróleo y se logró que la educación pública llegara a cada rincón del país. Desapareció de México la hambruna, el analfabetismo y los levantamientos militares. Y no, no fue gracias al PRI. Fue gracias al orden que creo la institucionalización del poder público. El ver al PRI de los años sesentas, setentas, ochentas y principios de los noventas simplemente como un partido político hegemónico es un error histórico, el PRI fue un órgano de gobierno. A través de él se canalizaban las aspiraciones políticas de los diferentes sectores sociales. No existió nunca una ideología rígida de partido, el PRI fue un partido de izquierda con Cárdenas, de centro con Miguel Alemán y de Derecha con Ernesto Zedillo. Carlos Salinas decía “El PRI es así porque México es así”. El PRI como partido político es algo nuevo. Qué mejor muestra de lo estatizado del partido que los políticos actuales y su pasado Priísta. Andrés Manuel fue presidente del PRI en Tabasco cuando Peña Nieto era un joven preparatoriano. Está más aleccionado “el peje” sobre la vieja política del PRI que el mismo candidato de ese partido. De los 27 Gobernadores electos del 2006 al 2011, sólo uno nunca militó en el PRI. No defiendo ni añoró ese viejo sistema que sanamente ha sido superado por la sociedad mexicana, sin embargo me parece evidente la melancolía colectiva que existe por el orden que los asuntos públicos parecían tener durante la época unipartidista.

El estado mexicano podrá haber sido corrupto, dispendioso e ineficiente durante los setenta y tantos años príistas pero ese estado era incuestionablemente fuerte. Hoy el estado mexicano tiene un discurso mucho más conciliador, mucho más transparente pero es igual de ineficiente y mucho más débil. El crimen organizado ha robado la tranquilidad de prácticamente todos los mexicanos y el gobierno federal ha respondido siempre con una distribución de culpas. En ocasiones culpa a los norteamericanos por sus armas y consumo de estupefacientes; a veces al PRI, a veces al Congreso, y por supuesto a los Gobernadores de los Estados. Para este gobierno todo es demasiado. Ya sea la “peor crisis financiera de toda la historia”, la “devastadora pandemia AH1N1”, “los más poderosos capos de la historia de la humanidad” o “la peor sequía de la que se tenga registro” el gobierno siempre se declara superado. Su fatalismo no tiene paralelos en la historia mexicana. Alguien estornudó en Veracruz y decidió cerrar el país por dos semanas.

Probablemente no exista mejor ejemplo del desorden en el gobierno federal que la procuración de justicia. Cada aprehensión del gobierno federal resulta en una tragicomedia moderna. Desde la presentación de los miembros del crimen organizado ante los medios como verdaderos “Rock Stars” hasta las verdaderamente irracionales actuaciones de la Procuraduría General de la República. En el 2009 llegan a Michoacán miles de efectivos federales y detienen a once alcaldes, curiosamente es el momento de las elecciones intermedias, sin embargo el país entero confía en la solidez de las acusaciones, “no harían esto si no tuvieran completa certeza de su culpabilidad” alguien de los medios comentó. A los pocos meses todos son declarados inocentes por diferentes jueces; Greg Sánchez es aprendido después de declarar sus intenciones de ser Gobernador, la misma historia; los casos Hank Rohn y Julio César Godoy demuestran que no importa que la PGR te encuentre con decenas de armas o tenga una grabación tuya hablando con el jefe de La Familia Michoacana, no te van a poder armar un caso sólido ante un juez. San Agustín escribió que “errar es humano, mantenerse en el error es diabólico”, así, error tras error, el pueblo de México ha perdido la fe en su gobierno y lo que es peor, los delincuentes el respeto.

Han sido menos vistosos pero igual de irracionales los actos del gobierno federal en todos los demás aspectos. Desde la Estela de Luz que tuvo un retrazo de más de un año y un sobre precio de mil trescientos millones de pesos, hasta la composición de la Suprema Corte donde Calderón vetó al elegido por el congreso de la misma terna que él había presentado. En aspectos legislativos también sobran ejemplos. El presidente presenta la Ley de Seguridad Nacional y su partido la rechaza y le hace modificaciones.

Ni ellos mismos escapan de su desorden. Después del trágico accidente de Mouriño hubiera sido lógico suponer que el transporte, cuando menos aéreo, de cuando menos el Secretario de Gobernación se hubiera llenado de protocolos y regímenes estrictos de vuelo para evitar otro accidente, sin embargo una vez más, otro piloto cometió otro error y otra vez murió un Secretario.

En materia de relaciones internacionales México ha desaparecido. Brasil, Venezuela, en menor grado Chile y Colombia son las voces de la región. Nuestra relación con Estados Unidos ha llegado a niveles de esquizofrenia. Un día apoyan y vanaglorian a Calderón y su valiente lucha contra el narcotráfico y al día siguiente recomiendan a todos sus ciudadanos no visitar el país. Ofrecen toda la ayuda en la lucha, mientras le lavan el dinero y le suministran las armas al narco. El Tio Sam habla como República y actúa como Imperio. Mientras Calderón y su PGR le evitan las molestias y no le levantan cargos a nadie a pesar de la participación confesa de funcionarios norteamericanos en el trasiego de armas a nuestro país. El discurso de Gobierno Federal es de condena, de enojo, de molestia, García Luna y Marisela Morales hablan como victimas y actúan como cómplices.

El gabinete es el reflejo del caos en el Gobierno Federal. Hasta la fecha van casi 30 movimientos en las 13 secretarías, esto sin contar los constantes cambios en las subsecretarias como la CISEN y la SIEDO. No sólo no existe una estrategia de Gobierno, no existió jamás un equipo de trabajo.

Precisamente de ese grupo amplísimo de personas que recorrieron sin gloria alguna el gabinete del actual mandatario surge la candidata de Acción Nacional. Vásquez Mota sin ideas, sin propuestas, a través de la descalificación y escudada en el tema de género quiere llegar a ser Presidenta de México. Su currículo es una muestra que en la política mexicana los resultados no son un requisito para avanzar. De no lograr nada como diputada plurinominal, a no hacer nada en la Secretaría de Desarrollo Social, para después pasar a ser la subalterna de Elba Esther como Secretaria de Educación Pública, hasta regresar, otra vez, como diputada plurinominal, pero ahora como jefa de la bancada, aún así logró no lograr nada, faltando al 94% de las votaciones.

Igual que Calderón en el 2006 basa su estrategia en el temor al puntero. Para el PAN de Josefina el PRI es un peligro, como lo fue el PRD para el PAN de Calderón. Para ella cualquier cosa que no sea el PAN significa una rendición ante el crimen, el fracaso de la democracia. Ella como Calderón en el 2006 se declara, la única opción viable. No lo es.

Votar por ella significaría aprobar, aún que sea en lo general, el sexenio de Felipe Calderón. Pensar que Josefina Vásquez Mota es la indicada para seguir la lucha contra el crimen organizado, es suponer que son necesarios 70 mil mexicanos muertos para detener a unos cuantos cabecillas del crimen organizado, es estar de acuerdo en la utilización de los órganos de gobierno con fines electorales, es creer que las descalificaciones y ataques a los oponentes son la manera de llegar acuerdos en las cámaras. Es elegir el temor y la confrontación sobre la unidad y la esperanza.

La gran esperanza de México

Enrique Peña Nieto no viene vestido de Mesías o salvador; no viene a acusar a sus oponentes de demagogos o ineficientes. Sabe que requerirá de todas las fuerzas políticas para lograr los cambios que requiere el país. Reconoce que las elecciones del próximo julio no serán las últimas y que en la democracia no existen las victorias definitivas.

Ve la debilidad del estado mexicano y tiene planteamientos puntuales para solucionarlos. Uno de estos es la creación de mayorías legislativas para gobernar. México necesita quitar los candados legales, que actualmente existen, para que un partido pueda tener la mayoría necesaria y así impulsar una agenda legislativa, basta ya de una cámara entrampada en discusiones políticas fútiles. Se ha declarado en contra de la reelección inmediata de diputados o alcaldes evidenciando que en pequeños municipios (como al que yo pertenezco) sería prácticamente imposible ganarle al alcalde en funciones.

En el Estado de México logró cumplir cada una de sus propuestas de campaña, todas ellas firmadas ante notario, sin disparar la deuda. Ha sido la única procuraduría estatal en toda la república que ha detenido el jefe de un cártel al arrestar al líder y fundador de la Mano con Ojos. Se ha mostrado duro e irrestricto en cuanto al respeto al orden. Ayudó al campo mexiquense con una entrega sin precedentes de equipo agrícola. Actuó, a pesar de la evidente campaña del gobierno federal en su contra, con respeto y coordinación con Calderón. Sorprendió durante el proceso de precandidato a Gobernador, apoyando o cuando menos consintiendo la nominación del más apto y no de su más cercano.

Peña es lo que todo buen político debe ser, conciliador y congruente. Mientras en el PRD Dolores Padierna es secretaria general a pesar de ser su marido el hombre de las ligas, mientras sobre la conciencia de Cecilia Romero secretaria general, pero del PAN, pesan 72 inmigrantes muertos, en el PRI un escándalo financiero hizo que Humberto Moreira renunciara. Ni el PRI ni el PAN ni el PRD están conformados por ángeles, la diferencia es que en el PRI hay orden. Ese orden que hoy no existe en México, ese orden que nos urge recuperar."

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