sábado, 24 de septiembre de 2011

POR LOS QUE SE FUERON...


En medio de la desesperación colectiva provocada en todo el país de manera ilógica por el gobierno federal mexicano a causa de su poco inteligente modo de intentar el desmantelamiento de la delincuencia mediante escenarios urbanos y rurales que lejos de cumplir con el utópico objetivo alteraron la paz y la tranquilidad de la ciudadanía en general, surgió un éxodo de mexicanos muy entendible, y que bajo la lente del análisis social, podría catalogarse como un acto de supervivencia. Veamos porqué.

Para quienes habitan la región fronteriza, es bien sabido que en un radio de 150 millas la economía de los condados norteamericanos vecinos a Tamaulipas se han visto beneficiados históricamente por el consumo de bienes y servicios que realizan los visitantes mexicanos.

Los “malls”, los hoteles, los restaurantes y sus gigantescos estacionamientos planeados desde finales de los 70’s para hacer cómoda la visita de los mexicanos durante los “puentes” y las temporadas vacacionales, ya no son suficientes, porque hay miles de ellos que ya se quedaron allá.

Las construcciones de vivienda conocidas en México como colonias y que en Texas reciben el nombre de Subdivisiones, han crecido de manera exponencial y la verdad es que hoy en día albergan a familias enteras de mexicanos de clase media alta y alta, que aun habiendo entrado legalmente, permanecen allá de manera ilegal debido a que regresar a su lugar de origen les provoca miedo. Esos, son los ricos.

Los jodidos, se quedaron. Esos no cuentan ni con la visa lasser tan siquiera para ir de compras. Esos tienen que masticar su orgullo y tragar saliva con bilis porque tienen que seguir lidiando con esa vida cotidiana que Felipe Calderón esconde hábilmente detrás de cada amenazante discurso triunfalista.

Rota que ha sido la diplomacia discursiva elemental que caracterizó a los presidentes mexicanos del siglo pasado que sabían reclamar con clase y sin sorna las asimetrías binacionales, los discursos de Felipe Calderón en Naciones Unidas y en Los Ángeles han colocado a la nación mexicana en un predicamento de pronóstico reservado.

Equivocado estuvo el asesor que le hizo los discursos al presidente de México sin prever que aun cuando la economía estadounidense se encuentre en situación de riesgo global, los analistas de la Casa Blanca y sus servicios de inteligencia -que allá si funcionan- aunque sea con el rabillo del ojo, siempre están vigilando que nadie se pase de listo y menos, que se mofe de las acciones gubernamentales, por equivocadas que estas sean.

A los fronterizos, lejos de hacerles gracia los desplantes retadores y burlones de Calderón en contra de los Estados Unidos, les confirma que no tiene idea de lo que significa vivir en la frontera norte.

Ignora que aún cuando los fronterizos cuenten con visa lasser, al cruzar viven la pesadilla de ser tratados de manera humillante en las casetas de revisión de documentos cuando las preguntas de los oficiales se tornan altivas e inapropiadas.

Ignora que los campesinos de la frontera tamaulipeca que viven más allá de la garita de revisión aduanal ubicada en el kilometro 22 de la carretera Reynosa-Victoria, estuvieron olvidados en el propósito de reubicar dicho puesto de revisión.

Pero quizás no todo sea ignorancia. Probablemente las fronteras no gozaron de la atención presidencial en esta administración federal, porque tienen gobiernos estatales y municipales que provienen del partido al que los panistas quieren desaparecer de la faz de la tierra.

Y no vayamos muy lejos, el director de la Comisión Nacional del Agua que ahora aparece acompañando a Cordero en todos sus mítines, dejó esperando a Reynosa 12 millones de pesos de pagos por daños al sistema de drenaje que se colapsó a causa del irresponsable manejo de los niveles de las presas por parte de la CNA, antes de que llegara el Huracán Charly en 2010.

Otra muestra de insensibilidad es que al inicio del año lectivo 2011-2012, le faltaban maestros en Reynosa y oh! sorpresa, el presidente de la republica anunció en su discurso del 2 de septiembre, que todo México tiene cobertura universal en educación primaria.

A final de cuentas, nuestro “error país” en este sexenio, fue la falta de una metodología incluyente, previsora y patriota para gobernar. Así de sintética es la apreciación ciudadana, que aunque parezca simplista, lleva una dosis de buena voluntad basada yo creo, en la esperanza de que a través de la elección de 2012, nos reencontremos con un gobierno federal que sí tome en consideración a las fronteras.

Porque todo indica que la peculiar configuración de las ciudades fronterizas es inédita para quien condujo un sexenio plagado de inexactitudes decisorias. Tarde es para recordarle que desde Tijuana hasta Matamoros, había mexicanos esperanzados en que se les tomara en cuenta.

Olvidadas que fueron las políticas públicas federales dirigidas a las zonas fronterizas, los que se fueron a vivir a Texas, no lo hicieron solamente por la inseguridad. En su aventura va implícita su vocación de comerciantes y consecuentemente la búsqueda de oportunidades que la federación lamentablemente no supo presentarles como eje de una estrategia económica nacionalista y sustentable.

Se acabó el sexenio y no hubo una autoridad federal que reuniera a los agentes aduanales con los transportistas, con la finalidad de perfeccionar la empobrecida logística fronteriza que a diario frena la optimización del tiempo; nadie con mando y autoridad suficiente en el gabinete federal ha notado que los empresarios fronterizos mexicanos pudieran obtener beneficios operativos sobresalientes si se impone una metodología sin conflictos viales en la zona de jurisdicción federal de los puentes internacionales.

Basta usarlos –me refiero a los puentes- para descubrir que no existe la más mínima intención de la federación por ofrecer un escenario digno en la entrada o en la salida del país; indigna ver cómo las mujeres que cruzan solas conduciendo un automóvil, son acosadas por decenas de malvivientes que con el pretexto de limpiar el vidrio de los autos, les exigen una dadiva.

No faltará un ultraderechista que alegue que es preferible que CAPUFE los tenga ahí reunidos y a cuota, a que anden por toda la ciudad haciendo averías, pero para quienes opinen así, hay una respuesta ya muy trillada que tiene que ver con el presidente del empleo, proveniente del PAN.

Al final, no queda otra que rezar por los que se fueron. Ojala algún día México les pueda ofrecer la paz que sus familias necesitan aquí en la frontera, de acá de este lado.

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