domingo, 11 de septiembre de 2011

MONTERREY EN 3D

La reciente visita del Dalai Lama a Monterrey tiene que ser analizada bajo una óptica 3D, veamos por qué.

Porque teniendo una efigie guadalupana en el seno del Rio Santa Catarina, miles de los regiomontanos que desde hace mucho tiempo han sido reflejo de la inclinación del pueblo de México al catolicismo, optaron por ir a escuchar la predicación de un budista.


Y es que la desesperación de los habitantes de la ciudad tradicionalmente considerada como cabecera industrial de la nación es mucha, a causa de las terribles consecuencias de una guerra que el presidente de la republica inició sin consentimiento de la sociedad bajo el pretexto de ir contra lo que inicialmente llamó el narco y hoy con mesura sigilosa denomina suavemente, “delincuencia organizada”.


En paralelismo con su liderazgo empresarial, la ciudad que alberga la universidad privada de mayor prestigio en América latina, el ITESM, ha dado ejemplo de estoicismo desde los 70’s cuando su estabilidad social se vio amenazada por movimientos de izquierda que inclusive, cobraron la vida del fundador del Tec de Monterrey, Eugenio Garza Sada.


Generadora de importantes contiendas políticas entre la derecha, el centro y la izquierda, la sultana del norte siempre se ha mantenido erguida en medio de los contrastes sociales reflejados paradójicamente en las altas bardas de las mansiones de la colonia Santa Bárbara y los techos de cartón del popular barrio del Topo Chico. Recordemos que Alberto Anaya, actual líder nacional del PT, surgió del movimiento denominado Tierra y Libertad.


Recipiendaria de la cohabitación partidista de sus gobiernos municipal y estatal, la ciudad de Monterrey ha demostrado que independientemente de la alternancia en el poder, su productividad y empleo pueden mantenerse con índices elevados, porque no es de las doctrinas partidistas de donde proviene su empuje, sino del espíritu colectivo de superación.


Compleja y difícil de entender, la política en Monterrey puede inclinarse hacia la cromática política que sea, sin que su gente deje de ser productiva y particularmente ejemplar en su interés de privilegiar la educación superior.


De ahí que desde el día en que dos estudiantes fueron abatidos en el seno del campus del ITESM, Monterrey ingresó al submundo creado por la mente que sin pedirle permiso a nadie, ordenó fuego en calles, carreteras y escuelas para que murieran indistintamente transgresores de la ley y gente de bien.


A partir de ese día, los regios han doblado sus rodillas hasta el cansancio, pidiendo según su fe cristiana, que regrese la calma y la tranquilidad, mediante oraciones, veladoras, derramando llanto frente a las tumbas de los inocentes, oficiando misas y colocando crespones negros en los sitios donde la ausencia de inteligencia acribilló inocentes.


Como si no hubiera sido suficiente su aportación de sangre inocente en las estadísticas nacionales que arrojan ya 50 mil muertos en cinco años de persecución irracional, hace unos días Monterrey perdió 52 vidas más a consecuencia de una cadena de anarquía administrativa que irrefutablemente se inició en la dirección de juegos y sorteos de la secretaría de gobernación y que terminó en una despiadada acción incendiaria.


A raíz de esta vergonzante ilación de discrecionalidad gubernamental, las calles de Monterrey tuvieron que recibir una vez más a un presidente de México.


Solo que esta ocasión, nadie le dijo al presidente en su cara el sentir de la iniciativa privada como en los 70’s lo hizo valientemente el Lic. Margáin Sozaya mirando de frente a Luis Echeverría en el Panteón del Carmen aquella tarde lluviosa durante el funeral de Don Eugenio.


En aquel severo discurso, los industriales de Monterrey dieron a conocer a voz en cuello, sus sentimientos y juicios valorativos de la gestión federal; hoy, Felipe Calderón se enteró del sentir de la Iniciativa Privada regia, por medio de la síntesis de prensa que a diario le llevan a su escritorio de Los Pinos, si es que la leyó.


Lo que siguió fueron veladoras con imágenes de santos y de vírgenes colocadas en la banqueta del lugar del incendio; en los cuatro puntos cardinales se ofrecían misas; las congregaciones evangélicas oraban; pero todo encuadrado mayormente, en la fe de Cristo, que desde siempre han profesado los regiomontanos.


Días después, quizás desesperados y confundidos ante la metamorfosis regresiva de belicismo, miles de regiomontanos recurrieron al Dalai Lama para escuchar su mensaje, buscando en el, satisfacer una necesidad espiritual.


Y mientras los regios abrían un canal emergente de comunicación espiritual hasta con el budismo, que dicho sea de paso, a diferencia del cristianismo, no acepta que el hombre haya sido creado por Dios, la elite gubernamental panista planeaba la ceremonia con la que reorganizaría el gabinete a fin de enfrentar las elecciones del 2012 con Cordero como candidato presidencial.


He ahí, que en las prioridades presidenciales no hay ni habrá espacio para promover la paz y la tranquilidad; para la derecha en el poder federal lo urgente es fabricar su impunidad transexenal.


Creíble o no, a estas alturas de insatisfacción ciudadana, los panistas ya deben estar conscientes que su errónea conducción del país ha trastocado al menos, tres dimensiones sustantivas de la vida nacional y Monterrey es un ejemplo claro de ello:


primera, la tranquilidad en sus calles, sus carreteras y sus centros de estudios;


segunda, el trabajo de sacerdotes católicos y pastores evangélicos que con asombro vieron cómo miles de sus feligreses y congregados, son orillados por las circunstancias sociales, a buscar ayuda espiritual hasta en la prédica de un budista;


y tercera, las relaciones diplomáticas, debido a que el gobierno de China solicitó oportunamente a México que no se llevara a cabo el encuentro entre Calderón y el Dalai Lama, advirtiendo que de hacerlo, se estarían afectando las relaciones entre ambos países.


Paz, fe y diplomacia, son las tres dimensiones de la vida nacional mas severamente dañadas en este sexenio.

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