sábado, 2 de abril de 2011

NI cambio, NI empleo...

Las reacciones de los hombres en el poder, dan muestra de que los votantes no siempre acaban de conocerlos antes de emitir el sufragio. Las respuestas de Felipe Calderón son una evidencia de ello.


Como si la investidura presidencial fuera una prenda que pudiera quitarse y ponerse en función de su gusto personal o de la ocasión, el presidente de México se torna desesperadamente irónico cuando alguien le recuerda sus deberes olvidados a causa de la guerra que nadie le pidió.


Toda crítica a su olvido de los temas que no sean bélicos, por constructiva que sea, le molesta al presidente sencillamente porque encontró en el uniforme camuflageado de nuestras fuerzas armadas, el hoyo de escape más eficaz para evadir la triste, compleja y paupérrima realidad nacional.


Prefiere la comodidad de refugiarse en el tema castrense, no solo porque disuelve, esconde y difumina hasta volatilizar la impericia política y administrativa de su sexenio, sino porque también amordaza a la sociedad civil.


Y es que durante la etapa del cálculo de la reacción popular ante su decisión de destazar al país, el presidente Calderón habrá notado las altas probabilidades de silencio popular, gracias al respeto que aun inspira nuestro ejército mexicano. Por eso hoy, que alguien le recuerda que además de la guerra hay otros temas importantes, se enoja.


Tan inmensa como sus preferencias por los temas de su guerra y su sucesión, debe ser la bodega donde fueron a parar los estudios, análisis, proyectos, peticiones ciudadanas y hasta opiniones de intelectuales, inspiradas en temas como el empleo, la educación, la transferencia de tecnología, el fortalecimiento de la cultura, el fomento a los valores cívicos, desarrollo regional fronterizo, la atención a los deportados y demás rubros que a partir de decidirse por la guerra, poco o nada le significan.


La prioridad del presidente ha sido, desde que levanto la mano en San Lázaro en medio de vergonzantes empujones provocados por el PRD, mantener al PAN en Los Pinos. De ahí la guerra.


No sé a los demás, pero a mí me pareció que desde el momento que trastabillaba y se le dificultaba mantenerse erguido para que le fuera tomada la protesta, se veía que no tenía un equipo político experimentado con capacidad para negociar y lamentablemente para el país, en efecto, todo su desempeño ha sido mayoritariamente de escenarios de imposición y de resultados basados en la fuerza.


Hoy, cuando surge la voz del líder nacional del PRI y le solicita que se abra una mesa de diálogo donde se traten los asuntos nacionales que requieren atención inmediata debido a que nos la hemos pasado levantando casquillos y limpiando la sangre en calles, carreteras y escuelas, el presidente se indigna y en automático aflora en él, su proclividad a esconder en el pasado todo desorden actual, a pesar de que su partido el PAN, ya lleva diez años presidiendo la republica y dieciocho al frente de la procuración de justicia.


“Ellos tuvieron mucho tiempo…” dijo Calderón, refiriéndose de manera directa al PRI. Pero no dijo si le parecía importante o no la propuesta…


Como un niño al que se le intenta retirar de las manos un juguete con la finalidad de que lo comparta con sus hermanitos, el titular del ejecutivo federal reclama airado, que al PRI se le permitió estar en el poder por más tiempo.


Ante dicha respuesta, dos interrogantes. La primera es: cuanto es suficiente tiempo para que un presidente de la republica atienda o al menos se preocupe por todos los rubros socio político económico culturales? Y la segunda es: querrá Calderón que el PAN dure en el gobierno lo mismo que duro el PRI?


A eso me refiero cuando digo que hasta no ver las reacciones de los hombres en el poder, se conocen sus verdaderas intenciones. Antes, para Vicente Fox y Felipe Calderón, todo era cambio y empleo. Hoy, hoy, hoy para vergüenza del PAN, ambos presidentes resultaron NINIS, ni cambio, ni empleo.

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