sábado, 9 de abril de 2011

Lo que es hablar claro...



El lenguaje llano que utiliza Humberto Moreira para poner al descubierto las verdades acerca del desequilibrio nacional causado por el mal gobierno que encabeza Felipe Calderón, hicieron mella en el PAN. Veamos por qué.


Lo que pasó, es que en medio del inusual contubernio PAN-PRD, llegó a la Presidencia del PRI un hombre sencillo en el hablar, efectivo en el hacer y desprovisto de la ambición de convertirse en candidato a presidente de la republica. Así de fácil.


Para nadie es secreto que el lenguaje de Moreira es ajeno a cartabones o moldes retóricos que confundan al que le oye. Por el contrario, todo aquel que lo ha escuchado no solamente percibe que las palabras que utiliza son de sencillez extrema, sino que también le entiende.


Para explicarlo mejor, diré que así como en los cafés de todo el país la gente común y corriente se queja sin freno de las graves consecuencias que sufre a causa de las aberraciones militarizantes de Felipe Calderón, así de sencillo habla Moreira.


Con las mismas palabras que las amas de casa usan para susurrar en medio de la libertad que les concede el patio de su vecindad, lo caro que se ha puesto todo, así habla el nuevo dirigente del PRI. Lo comprobamos cuando las tijeras de su sencillez hicieron trizas a sus iguales Madero y Ortega en la entrevista que les hizo Loret de Mola.


Ante tal escenario, la trascendencia mediática adquirida por las verdades expuestas con claridad popular por Moreira, provocó una contraofensiva panista exprés sin precedente en la que participaron desde el presidente del PAN, Secretarios de gabinete y hasta el propio presidente Calderón, quien tuvo que salir a defender nuevamente la guerra que nadie le pidió, desde la cubierta del “Cuauhtémoc”, que irónicamente el presidente priísta José López Portillo puso al servicio de la Marina en 1982 con la finalidad de forjar marinos de mar. No de calles, ni de carreteras.


Propio de la época retro que vivimos, resulta fácil comprender porque la sencillez de la oratoria popular que usa el presidente nacional del PRI, se ha puesto de moda y pone en jaque a la desgastada y complicada oratoria oficial de la federación conducida por los panistas creadores de los mitos del cambio y del empleo.


Panistas que lógicamente por su formación, cancelaron el civismo y el fomento a los valores morales de los programas educativos, hablándole a la nación en códigos cifrados con el doble propósito de llegar al poder y desde ahí, destruir la historia patria.


Ello explica aritméticamente, que los niños y jóvenes formados así desde hace 10 años, son ahora los NINIS, generación apátrida, desvalorizada, ignorante, pobre y finalmente orillada a la delincuencia.


Retomando la manera de hablar de Moreira, ojala el Secretario de Hacienda hablara tan sencillo como él cuando se hace bolas intentando explicarnos de qué sirve tener guardados 120 mil millones de dólares, mientras la mayoría de las familias del país se ahogan en la insolvencia económica individual.


Desearíamos que con el mismo lenguaje sencillo que usa el líder del PRI, la Secretaria de Turismo nos explique porque traiciona la tradición de su país, solamente para fastidiar al gobierno priísta de Acapulco, arrebatándole a todos los guerrerenses la sede del Tianguis turístico.


Cómo quisiéramos que alguien del gobierno federal panista tuviera el don de la palabra que tiene Moreira, para que nos explique porque quieren vender PEMEX y CFE a intereses internacionales, en vez de recurrir al disfraz de las recomendaciones de un presidente sudamericano.


La nación demanda explicaciones sencillas, por ejemplo: Si Calderón no escucha al pueblo… ¿podría al menos sustentar sus decisiones en información estratégica oportunamente producida por hombres y mujeres patriotas, que integren un servicio de inteligencia donde la traición a México no tenga cabida, como en los tiempos de Don Fernando Gutiérrez Barrios?


Demos gracias a que la oratoria fresca, claridosa y popular de Humberto Moreira, le ha devuelto a la nación la posibilidad de que el lenguaje sirva de una vez por todas para comunicarnos con claridad.


Ahora que la nación ha recordado que existe un lenguaje llano y sencillo, quizás pueda exigir como atributo elemental de los discursos de todos los partidos, candidatos y gobernantes, cero complejidades verbales.


Solamente alcanzando niveles de entendimiento mutuo que nos acerquen a la verdad, llegaremos a ser la nación que aspiramos heredar a los que nos siguen generacionalmente y una vez que nos vayamos entendiendo todos, poco a poco descubriremos quiénes son los amantes de México y quiénes son los que lo quieren vender con todo y subsuelo.


Visto así, el próximo presidente de la república deberá ser un patriota acompañado de un gabinete experimentado que hable con un lenguaje popular... como el que habla Moreira.

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