viernes, 5 de agosto de 2011

SOBRE LAS OLAS...

Por más ladeado que este el barco y los pasajeros se deshagan en jaculatorias, la actitud de un buen capitán debe ser de templanza, porque de otra manera, ni la lucha haría por evitar la zozobra.

El dramático cuadro mental de lo anterior me apareció como una película instantánea, luego de escuchar las declaraciones de ayer del rector de la UNAM, Don José Narro, veamos por qué.

Se refería el ilustre mexicano a la cantidad de dinero que debería encausar el gobierno de México a la investigación científica en materia social, dado que la consecuencia de no hacerlo, representa un error generacional severo.

Me llamó mucho la atención la forma en que el comentario fue expuesto en los medios, porque no fue resultado de una conferencia de prensa diseñada ex profeso para tocar el tema, sino que se trataba de una declaración obtenida en una entrevista televisiva de banqueta.

Así pues, -lamentablemente- en la banqueta, se tocaba uno de los asuntos torales de nuestro país, en un momento en que la pobreza ha alcanzado cifras asombrosamente peligrosas.

Siendo optimistas, podríamos esperar que alguno de los funcionarios o representantes populares que tengan que ver con este importante asunto, haya tenido encendido y sintonizado el televisor para enterarse de lo que José Narro opinó o bien, que le hayan incluido la nota en la síntesis de prensa que le llega a su escritorio.

El dicho de Don José Narro equivale a la opresión de un botón de alarma existencial cuyo sonido lamentablemente es inaudible, porque el volumen es imperceptible a los oídos de quienes hoy, pudiendo edificar un mejor futuro, solamente reaccionan al timbre pavloviano de intereses distantes a los de la nación.

Allá por los 70s bajos, Patricia Alburdene, socióloga norteamericana pronosticaba para el 2000: el empoderamiento de la mujer; el decremento del poder de los gobiernos; la supremacía de los grupos económicos en comparación con los gobiernos; el cambio de los patrones oro a dólar y de dólar a oro; el incremento de las malas noticias en primera plana hasta rebasar numéricamente a las buenas; y el incremento de la influencia de las ONGs en las decisiones gubernamentales, entre otras megatendencias.

Ahora, en 2011 el rector de la UNAM nos mueve a preguntar si el andar parapléjico del México de mañana es algo que tienen calculado los responsables de la asignación de recursos a los programas científicos de investigación social y se han resignado a que el exponencial incremento de la velocidad de las consecuencias de su actitud irresponsable, nos inutilice en el futuro.

Otra pregunta que nos nace hacer es, por qué el rector de la UNAM no exige a las comisiones legislativas ligadas a este asunto, el “mapeo” de las conexiones decisorias con nombre y apellido, nada más para hacerlo público a ver si les da vergüenza y al menos intentan en el próximo ejercicio presupuestario, empujar en serio esta importante disciplina de investigación científica.

Y así nada mas como un referente de lo que tiene de importancia este tema en otras sociedades, podemos visitar el portal http://www.wfs.org/futuring e imaginarnos lo que la creatividad mexicana podría hacer si tuviera acceso a este tipo de amplitud visionaria.

Siendo positivo, no trato de culpar a quienes tienen la responsabilidad de promover la asignación de recursos para el impulso del trabajo en torno a la investigación social, económica o tecnológica en México. Lo que pasa es que desde sus asientos de primera clase, no se siente la turbulencia de las olas de la misma manera que viajando con boleto de pobre.

En concreto a lo que quiero llegar, es a preguntar qué efecto tendría el hecho de que el rector Narro en lugar de plantear su preocupación desde una banqueta, convocara a un simposio nacional y desde ahí, expusiera ante el mundo entero y con claridad doctoral, que en las esferas mexicanas de la burocracia y la legislación, no se cuenta ni con experiencia, ni con interés, ni con voluntad política para impulsar la investigación social, precisamente cuando el mayor problema que tiene México, es de ese carácter.

La nación requiere del trabajo y la creatividad de los que desde el rincón del olvido presupuestario, irónicamente son los únicos que tienen en su poder la vocación y la capacidad no solamente para interpretar con certeza hacia donde nos lleva la mano del estado, sino también para diseñar estrategias que sean exitosas.

Por eso me dio gusto percibir, en medio del comentario de Don José Narro, que hablaba con la templanza que un capitán debe tener cuando el barco se ladea de más y empieza a hacer agua ahí, donde viajan los más pobres.

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