La República, se encuentra
en un punto histórico, donde los códigos generacionales se enfrentan a tantos
intérpretes, que de no haber una voz que decodifique oportunamente el México
que viene, los mexicanos podríamos caer nuevamente en manos de quienes con
habilidad doctoral esconden la verdad que le beneficia al futuro nacional.
Es tan positiva y
conveniente la oportunidad que le viene en turno a nuestro país, que los
hombres y mujeres que tienen en sus manos la conversión de los planes a hechos tangibles,
tienen que blindarse ante la posibilidad de que las inteligencias que ven tal
positivismo mexicano como amenaza, podrían ocupar los espacios mediáticos
nuevamente, para desestabilizarnos en aras de ocuparnos virtual y territorialmente.
Más que la impericia propia
y comprensible del nuevo quehacer de muchos que van a los escritorios más
importantes, nos debe preocupar su fortaleza anímica y su adoctrinamiento
férreo para verdaderamente luchar en todo momento a favor de los intereses
nacionales.
Las presiones por evitar que
los mexicanos alcancemos los anhelos por los que hemos luchado por tantas
generaciones y que podríamos traducir como la paz, la tranquilidad, el progreso
y la armonía, no van a detenerse ni a ser compasivas, porque a decir verdad la
grandeza potencial de nuestra nación ha sido muchas veces detenida por
estratagemas tan complejos, que difícilmente se pueden palpar a primera vista.
Solamente la pasión por ser
útiles a México, puede blindar el corazón y las decisiones de quienes
conformarán el nuevo gobierno. Más no basta apasionarse, si ello se hace a
solas. Debe ser en unidad corporativa, como las pasiones de los rectores de las
políticas públicas deben fundirse en la coordinación de fuerzas y vectores que
funcionen en diferentes planos y direcciones a la vez.
Ya es tiempo de que nuevamente
la praxis política en México se redefina con sentido social y doctrinal de
manera abierta y se dé, esta vez, a toda la ciudadanía, la oportunidad de
percibir que toda decisión tomada lleva una dosis de exigencia popular.
Adicionalmente a la lógica que
conlleva cada una de las estrategias sectoriales, la circunstancia actual de la
Nación demanda que los esfuerzos que haga el nuevo gobierno por restablecer el
orden, se extiendan desde el inicio, hasta lo más profundo de sus estructuras,
porque ahí, en donde las directrices cupulares bienintencionadas emanadas del
centro se extravían dolosamente a causa de la distancia o el desconocimiento de
los altos funcionarios, es donde radica el grave riesgo de que se incuben fracasos
parciales del que se espera sea un buen gobierno.
La podredumbre anquilosada
en ventanillas de atención a la ciudadanía, podría ser, si no se pone atención
perimetral inmediata, la piedra de tropiezo para la felicidad inmediata de la República
que viene.
El Primero de Diciembre del
2012, el discurso inaugural del Señor Presidente Enrique Peña Nieto, tiene que
ir aparejado con el rigor de una mano firme que mantenga la rienda bien
templada para proteger la soberanía ante los embates extranjerizantes e imponer
el orden nacional no solamente en las calles, carreteras y escuelas, sino en
las oficinas federales esparcidas a lo largo y ancho de México, particularmente
en ésta ciudad de Reynosa, en la frontera norte, donde los elogios
gubernamentales ya no son suficientes para retribuirle a la ciudadanía su gran
contribución cotidiana al crecimiento, al desarrollo y a la competitividad de
México. Los ciudadanos de Reynosa queremos ésta vez, exigir del gobierno
federal, paz y coordinación fiscal justa.
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