En un artículo periodístico del grupo Reforma aparecido en Internet el
día 29 de Julio de 2013, se promueve lo que yo llamaría insidia social, debido
a que se apunta de manera errática que la aprobación del gobierno federal desde
la óptica de “los líderes” ha disminuido, mientras que, desde la perspectiva
ciudadana, se mantiene estable.
El direccionamiento del texto llama la atención debido a que en la
lógica inmediata, se percibe que “líderes” y ciudadanos, pensamos de manera diferente.
De ahí que la pregunta consecuente sería: … y para quién gobierna Peña
Nieto?
Porque si a los ojos de la ciudadanía el Presidente de México se
encuentra haciendo las cosas adecuadamente, sale sobrando que los “líderes” (el
artículo no los especifica) estén inconformes.
Sin embargo, la sola difusión de una encuesta mediocre amparada en la
libertad de expresión para emitir y mostrar someramente dos juicios contradictorios,
lamentablemente lesiona en la primera lectura, la estabilidad nacional y el
transcurso de una vida republicana que se encuentra en proceso de
reconstrucción… veamos porqué.
Porque si los “líderes” a los que se refiere dicho ejercicio de consenso
son políticos, estaríamos seguros de que se trata de los que cínicamente han
claudicado a sus respectivas doctrinas de derecha e izquierda, para construir juntos
un dique para detener las políticas públicas que propone el Presidente para encaminar
el tema de la energía mexicana a la prosperidad colectiva. En este caso debería
aclararse que se trata de “líderes” de oposición.
Por otra parte, si los “líderes” a los que se refiere la nota del grupo
Reforma fueran los empresariales, pues seguramente serán los que de repente han
sentido que la corrupción mayúscula con la que se manejaron con los
funcionarios de la administración de Calderón, está agotada y lo que están
recibiendo en sus monumentales oficinas corporativas, son los avisos del SAT
que pide explicaciones hacendarias que les son imposibles de solventar con
respuestas distantes a la mentira. En este caso debería aclararse que se trata
de “líderes” empresariales corruptos.
Y finalmente en el poco probable caso de que los “líderes” que
desaprueban la gestión de Peña Nieto fueran sindicalistas, pues han de ser
aquellos que se niegan a dignificar el apostolado magisterial sometiéndose a la
comprobación de sus capacidades mediante exámenes. En este caso debería
aclararse que se habla de los “líderes” magisteriales temerosos de su propia
ignorancia.
Ahora bien, al referir la encuesta que la opinión ciudadana dicta que la
actuación del gobierno federal entrante cuenta con su aprobación, coloca dicha
calificación como contradictoria a las opiniones de los “líderes” y ello es lo
que nos detiene a analizar el fondo de la nota periodística, porque significa
que en México existen “líderes” que no están buscando lo mismo que la
ciudadanía… y eso es grave en términos de representatividad.
Sin embargo, vista la demografía y sus segmentos ocupacionales como referente
de una conclusión lógica, diríamos que lo notorio es que la encuesta insinúa
que ahora que la República empieza a dar pasos hacia la reactivación, los
ciudadanos aprueban a Peña Nieto y los “líderes” no.
Ámpulas informativas que pretenden configurar juicios valorativos de
manera vaga y mediocre solamente para desestabilizar el andar de la nación, ya
no caben en la nueva República.
Quizás el único beneficio que se les pueda atribuir a este género de
publicaciones sea el de poner a prueba la madurez de una sociedad
que ya no se traga la píldora mediática al primer instante, sino que ya analiza
y rechaza, como en este caso, la perversa disonancia cognoscitiva que pretenden
sembrar en el ánimo popular encuestas como esa.