miércoles, 28 de noviembre de 2012

La República que viene...


La República, se encuentra en un punto histórico, donde los códigos generacionales se enfrentan a tantos intérpretes, que de no haber una voz que decodifique oportunamente el México que viene, los mexicanos podríamos caer nuevamente en manos de quienes con habilidad doctoral esconden la verdad que le beneficia al futuro nacional.

Es tan positiva y conveniente la oportunidad que le viene en turno a nuestro país, que los hombres y mujeres que tienen en sus manos la conversión de los planes a hechos tangibles, tienen que blindarse ante la posibilidad de que las inteligencias que ven tal positivismo mexicano como amenaza, podrían ocupar los espacios mediáticos nuevamente, para desestabilizarnos en aras de ocuparnos virtual y territorialmente.

Más que la impericia propia y comprensible del nuevo quehacer de muchos que van a los escritorios más importantes, nos debe preocupar su fortaleza anímica y su adoctrinamiento férreo para verdaderamente luchar en todo momento a favor de los intereses nacionales.

Las presiones por evitar que los mexicanos alcancemos los anhelos por los que hemos luchado por tantas generaciones y que podríamos traducir como la paz, la tranquilidad, el progreso y la armonía, no van a detenerse ni a ser compasivas, porque a decir verdad la grandeza potencial de nuestra nación ha sido muchas veces detenida por estratagemas tan complejos, que difícilmente se pueden palpar a primera vista.

Solamente la pasión por ser útiles a México, puede blindar el corazón y las decisiones de quienes conformarán el nuevo gobierno. Más no basta apasionarse, si ello se hace a solas. Debe ser en unidad corporativa, como las pasiones de los rectores de las políticas públicas deben fundirse en la coordinación de fuerzas y vectores que funcionen en diferentes planos y direcciones a la vez.

Ya es tiempo de que nuevamente la praxis política en México se redefina con sentido social y doctrinal de manera abierta y se dé, esta vez, a toda la ciudadanía, la oportunidad de percibir que toda decisión tomada lleva una dosis de exigencia popular.

Adicionalmente a la lógica que conlleva cada una de las estrategias sectoriales, la circunstancia actual de la Nación demanda que los esfuerzos que haga el nuevo gobierno por restablecer el orden, se extiendan desde el inicio, hasta lo más profundo de sus estructuras, porque ahí, en donde las directrices cupulares bienintencionadas emanadas del centro se extravían dolosamente a causa de la distancia o el desconocimiento de los altos funcionarios, es donde radica el grave riesgo de que se incuben fracasos parciales del que se espera sea un buen gobierno.

La podredumbre anquilosada en ventanillas de atención a la ciudadanía, podría ser, si no se pone atención perimetral inmediata, la piedra de tropiezo para la felicidad inmediata de la República que viene.

El Primero de Diciembre del 2012, el discurso inaugural del Señor Presidente Enrique Peña Nieto, tiene que ir aparejado con el rigor de una mano firme que mantenga la rienda bien templada para proteger la soberanía ante los embates extranjerizantes e imponer el orden nacional no solamente en las calles, carreteras y escuelas, sino en las oficinas federales esparcidas a lo largo y ancho de México, particularmente en ésta ciudad de Reynosa, en la frontera norte, donde los elogios gubernamentales ya no son suficientes para retribuirle a la ciudadanía su gran contribución cotidiana al crecimiento, al desarrollo y a la competitividad de México. Los ciudadanos de Reynosa queremos ésta vez, exigir del gobierno federal, paz y coordinación fiscal justa.