domingo, 12 de febrero de 2012

El ilusionismo panista

 
Escondida entre la gran cantidad de información que recibimos los mexicanos a través de los anuncios en cualquiera de sus modalidades, la verdadera vida nacional, yace indefensa sin poder mostrarse tal como es. Veamos el porqué.

Porque México padece una disfunción mediática masificada, donde lo cotidiano ha llegado a estar conformado por instantes consecutivos de atención en promocionales de toda naturaleza, incluso políticos, de tal manera que pasamos por alto nuestra cambiante y decadente circunstancia social, olvidándonos inclusive de evaluar su calidad.

Y poco debería importarnos tal fenómeno de distracción colectiva, si las estadísticas que periódicamente nos muestran los medios, mostraran que mientras nuestros cinco sentidos han estado secuestrados por la inmisericorde mercadotecnia, nuestra circunstancia socio-político-económica hubiera ido en ascenso progresista.

Lamentablemente no es así. Las mediciones de los indicadores sociales, políticos y económicos que nos hacen llegar los medios de comunicación reprobando la actuación de nuestro país, no solamente son desalentadoras, sino que usualmente carecen en su contenido de un diagnóstico editorial o de investigación que señale al responsable.

La sequía por ejemplo, no se gestó en un día, sino que fue una acumulación de evidencias meteorológicas medibles que aunque resulte extraño ningún funcionario del equipo de Luege Tamargo avizoró y ahora, no hubo más remedio que “cantarla”, sin que ningún medio de comunicación haya criticado con indignación nacionalista el atroz olvido en que el campo mexicano con los Rarámuris a la cabeza, fueron enclaustrados por la CONAGUA.

Y hablo de los Rarámuris solamente porque son ellos hasta el momento la clase de mexicanos en los que estamos concentrando la atención; pero si revisamos la situación del campo de todo el país, encontraremos similares fenómenos de olvido e irresponsabilidad gubernamental que provocan náuseas.

Por el contario, lo que vemos en las primeras planas es una relatoría cómplice donde el matiz de los adjetivos que utilizan los medios para calificar la hipócrita intención del gobierno federal por minimizar su atroz indiferencia quinquenal, es: apoyo, ayuda, generosidad, misericordia, bondad, desprendimiento, preocupación, alivio y en el más amplio descaro, asignación presupuestal anticipada.

Por otra parte pero en la misma perspectiva, ningún comunicador menciona a quien de los funcionarios responsables del control de la situación en los precios se le escapó prever y poner freno oportuno a la inflación que hoy, 10 de febrero de 2012, presenta un índice de 4.05 por ciento y que conlleva que el precio del jitomate se haya elevado en un 56 por ciento solamente en enero, amén de los incrementos en el maíz y el frijol.

Es decir, mientras la población estaba distraída con el tema de una delincuencia combatida erróneamente, los indicadores políticos, económicos y sociales se movieron de manera permanente y obviamente anárquica, sin que las estructuras gubernamentales responsables de su acotamiento o vigilancia, se inmutaran.

Mientras los mexicanos estábamos aletargados padeciendo atrofias de reacción social debido a la guerra que nadie pidió, se gestó el México que hoy está en posiciones vergonzosas en los tableros internacionales, y resulta que ahora, la lectura estadística de nuestra realidad, nos cae como baño de agua fría en el subconsciente.

Lo grave es que esas malas noticias que los medios de comunicación nos administran entreveradas con resultados de futbol soccer, nos llegan como si fueran una consecuencia lógica y de esta manera, paulatinamente, niños y adultos nos vamos enterando de que el país “anda mal” y lejos de reaccionar con indignación y coraje, le ponemos pausa a la emoción ciudadana del encabronamiento y así nos orillamos en masa al callejón de un conformismo que lejos de ayudarnos, nos lleva finalmente a la ironía picaresca. Es decir, terminamos por burlamos de nosotros mismos, para aliviar nuestra frustración como país.

Así entonces, ese concepto de participación ciudadana que desde los fines de siglo los mismos gobiernos empezaron a promover y que efectivamente abrió las puertas al corporativismo social para que se involucrara en decisiones que otrora eran reservadas para los rectores de las políticas públicas, tiene mucho que ver con este modesto análisis.

En mi experiencia, una vez que se ha dado un primer paso en la confección de la legislación y en consecuencia en la estructura gubernamental al grado de abrir un cuadro en el organigrama para albergar esta innovadora modalidad de cohabitación pueblo-gobierno, es necesario penetrar aún más en la zona pobre, para que, como siguiente paso, se dé la conectividad suficiente y constante que requiere la nación, hasta crear una cadena de reacción inmediata, genuina y desinteresada, que focalice exclusivamente la conveniencia colectiva como finalidad.

Una conveniencia colectiva, hasta hoy al menos excluida de los indicadores estadísticos y más aún de los procederes unipersonales de los responsables de poner en acción las políticas públicas de cohesión social. Es decir, no basta tener buenos propósitos y una visión de corporativizar la participación ciudadana, sino que es menester interpretarla, traducirla y valorarla hasta convertirla en acciones tangibles de conveniencia colectiva.

Porque de poco sirve propiciar la entrada de múltiples opiniones provenientes de las organizaciones ciudadanas, si no se aplica una metodología experimentada, ética y profesional, para procesarlas con integridad y transparencia hasta convertirlas en caldo de cultivo del proceder gubernamental. Lamentablemente los vigilantes obligados del cumplimiento de que las propuestas, ideas y opiniones de la sociedad se lleven a cabo por los gobierno, no han sido tomados en cuenta en las estructuras gubernamentales como funcionarios importantes.

Estamos ante un escenario donde la operatividad política rebasa a la planeación y al control de la gestión y el hecho de no mantener en la mano los resultados cotidianos del sentir de la ciudadanía, produce esa aberrante disociación que hoy existe entre lo que dijo Felipe Calderón como candidato y lo que hicieron sus equipos de trabajo ya en el gobierno.

Y no hablo de leer y revisar la síntesis de prensa. Me refiero a que la consecuencia ulterior de no estar cerca de los verdaderamente jodidos, se traduce en ausencia de control del desempeño gubernamental. Eso le pasó a Calderón. Por eso ahora, (aunque demasiado tarde) se bajó del pódium, se toma fotos junto a la gente y dice discursos parado a un lado de un rotoplas.

Por ejemplo, en su campaña, a nosotros los mexicanos, Felipe Calderón nos dijo que iba a ser el Presidente del Empleo y nos dejó colgados. En su campaña, nunca nos dijo cómo iba a tratar de combatir los delitos contra la salud y menos que pretendía dejar las calles, carreteras y escuelas bañadas de sangre.

Y para comprobar que esta tesis tiene consistencia, basta subrayar que no nos dijo a finales de 2011 que ya sabía que había gente que se estaba muriendo de hambre y sed en la Sierra Tarahumara; y menos nos anunció que esperaría hasta enero de 2012 para detonar una emergencia nacional. Porque no quisiera pensar que sus operadores mediáticos hayan sido tan ruines de sugerirle callar, para mostrarnos el escenario de hambre y sed que estamos viviendo en todo el país, como parte de una macro estrategia electoral dosificada desde Los Pinos.

Meditar en esto y en las múltiples malas calificaciones que desde dentro y fuera se hacen para referirse al México de hoy, nos lleva a concluir que tanto los hombres como las mujeres que laboran en el gobierno federal, también fueron víctimas de los spots que elevan la imagen presidencial, porque no fueron enterados de que esa estrategia mediática era solamente para engañar a las masas. Ellos también, creyendo que todo marcha bien, no se aplicaron con responsabilidad a cumplir su trabajo. Si somos indulgentes, debemos abrir esa posibilidad.

Curioso e irrisorio resulta que inmediatamente después de que salen a la luz pública las notas o reportajes que por su propio peso hacen añicos la imagen nacional, el propio presidente de México se refiera al Super Bowl como un modelo ejemplar de aplicación de estrategias. Quizás lo haya hecho para personalmente regresarnos al seno de la hipnosis mediática. Lo que prueba esto es que los ciudadanos no estamos consientes de la realidad nacional y que a 5 años de iniciado el gobierno de Felipe Calderón, hay mexicanos que aún volteando a la calle y viendo, palpando y sufriendo la triste realidad, siguen sin darse cuenta que los spots del gobierno federal son totalmente diferentes a lo que tienen alrededor.

Basta ver el insultante torrente mediático con el que el PAN difunde día y noche las palabras de Josefina Vázquez Mota presumiendo que ella será la primera presidenta del país, para entender que la finalidad es desviar la atención de los mexicanos para que nadie tome papel y lápiz para calcular qué porcentaje representan doscientos mil votos en un padrón de 1.8 millones.

Y es que de un millón ochocientos mil panistas que tenían derecho a votar en la selección interna de candidato presidencial del PAN, apenas cuatrocientos mil votaron; y por la señora que eliminó la enseñanza de la ética, la lógica y la filosofía para los estudiantes de preparatoria cuando fue Secretaria de Educación y como Secretaria de Desarrollo Social recientemente fue acusada de desviar 76 millones de pesos destinados a los más pobres de la sierra Tarahumara, votaron por ahí de doscientos mil, o sea el cero punto once por ciento.

La conclusión es que si el desempleo, la mala calidad educativa, la sequía, la hambruna, la inflación, la inseguridad en las carreteras, la negligencia diplomática, la corrupción en Juegos y Sorteos y tantas infamias más se pueden ocultar con spots, la miseria porcentual de la victoria de Josefina Vázquez Mota, con mayor facilidad. Para eso y para desprestigiar a todos los adversarios del PAN, existe el ilusionismo panista.

jueves, 2 de febrero de 2012

EPN en Tamaulipas...

EPN en Tamaulipas...


Tamaulipas, a 5 meses de la fecha clave para cambiar el rumbo del país, recibió en su capital Cd. Victoria a un Enrique Peña Nieto quien llegó saludando y abrazando a todos a su paso, acompañado de su esposa.



Para iniciar el evento, un Lucino Cervantes institucional y breve; luego una Cristina Díaz brava y claridosa; y lo finalmente impactante, un Enrique analítico y contundente. Ese, sería el resumen en la tribuna del Poliforum de Cd. Victoria, hoy 2 de febrero de 2012.



Cuando Lucino, como primer orador, adelanta que el plan que EPN proveerá a la nación se forjará en el crisol del respeto y la sensatez, brilló en el horizonte de Tamaulipas la esperanza de volver a vivir en esa paz que por desgracia se perdió paulatinamente desde que en 1994, la PGR quedó en manos panistas.



Esa aseveración significó para los buenos entendedores, que la procuración de justicia retomará su cauce institucional y no será nunca más marginada.



Cuando Cristina, segunda en el turno al micrófono, confirma que en 12 años el gobierno federal panista nos ha sumido en un problema mayúsculo, los que vivimos a diario la zozobra de salir a la calle con el miedo de vernos inesperadamente en medio las situaciones de riesgo, comprendimos a que se refería y desde luego que aplaudimos su valentía de decirlo desde esa tribuna.



Y si como agrega, existe la voluntad política del CEN del PRI para defender al priísmo activista de las prácticas facciosas en la aplicación de la ley, ya podemos ir pensando en que efectivamente, el estado de derecho no será moneda de cambio durante este proceso electoral y que el tiempo de la paz está cercano.



Finalmente, lo esperado. Llegó al pódium Enrique Peña Nieto, agradece la hospitalidad como preámbulo y después de invocar la unidad, asegura que el tiempo del PRI ha llegado y que la victoria no será solamente de los priístas, sino de todo México.



Ahí, en ese preludio, los priístas tamaulipecos entendimos más claramente que trabajar en la estructura partidista con miras a ganar las elecciones, conlleva la gran responsabilidad de conducirse con integridad para imprimirle al país, como dijo EPN, un verdadero cambio.



Y si hubiera una fibra sensible que aún no queda sanada en el priísmo de Tamaulipas, esa es la del recuerdo de Rodolfo Torre Cantú, a quien Enrique recordó con seriedad republicana con un homenaje traducido en aplauso que trajo a la memoria la imagen del Doctor amigo.



Hoy recorremos el país, dijo, para fortalecer la identificación con quienes comulgan con las ideas y la doctrina de nuestro partido y también con quienes quieran lograr que la dirección del país tenga un mejor horizonte. No queremos solamente competir para ganar, sino iniciar un nuevo rumbo, puntualizó.



Pero aún no concluía EPN su misión discursiva. En su mensaje, siguió el balance del gobierno del PAN, que ha llenado la canasta nacional de los rezagos, con pobreza, desempleo y crecimiento pírrico.



Como si fuera video, pasaron por las mentes de los que escuchábamos al candidato presidencial del PRI, las imágenes de la violencia que hemos vivido desde años recientes, como resultado de la guerra que nadie, absolutamente nadie pidió.



Al decir que el combate a la criminalidad no es tarea de partidos políticos, sino una obligación de estado, nos alentó, porque significa que comprende que la justicia debe procurarla exclusivamente la estructura gubernamental que constitucionalmente fue diseñada para ese propósito.



Dicho esto, precisamente cuando la gente se emocionaba por la esperanza de volver a vivir en paz, en tono más alto Enrique Peña Nieto cerró el párrafo invocando con energía, la paz, la seguridad y la tranquilidad para las familias de todo México. Con ello, arrancó el espontáneo aplauso de un pueblo pisoteado por las crónicas irresponsables de periodistas que solo saben escribir y hablar desde lejos.



Luego se tornó didáctico. “Déjenme decirles que está pasando” dijo, para pasar al tema que todos los políticos y observadores nacionales y extranjeros estaban esperando: la defensa a Manuel, a Tomás y a Eugenio.



“La campaña aún no empieza – agregó – pero los ataques ya empezaron”.



Pero “no vamos a caer en la provocación… vamos a hacer una campaña de compromiso; porque el PRI está comprometido con el estado de derecho”. Así, abría paso a frases que en la lógica circunstancial que atraviesa el proceso electoral, permiten ver que él, como el resto de los ciudadanos, opina que el gobierno federal ha iniciado una estrategia mediática de desprestigio contra los operadores más destacados del Partido Revolucionario Institucional, usando verdades a medias vertidas con sigilo desde un hipócrita anonimato oficial.



No se puede –dijo- aplicar la ley, violando la ley. Otro aplauso lo interrumpió. Y al decir “queremos garantías para elegir nuestros representantes sin que se utilicen recursos facciosos” todos entendimos, a que se refería. Todos comprendimos que comparte con los priístas la frustración y la decepción de ver la manera en que el gobierno federal pretende intimidar a nuestra corriente política.



Enrique Peña Nieto no se equivocó cuando dijo que los mexicanos defenderemos nuestra democracia y no dejaremos que amenazas a partir de prácticas autoritarias, nos paralicen. De hecho su visita, por demás alentadora para el priísmo tamaulipeco, proyecta la reacción inmediata de indignación partidista después de que tres de nuestros ex gobernadores han sido irresponsablemente difamados ante la opinión pública con evidentes fines electorales.



Con estas palabras y con su presencia solidaria, EPN se aseguró de que los rostros, brazos y voces de los priístas, a quienes pidió que lleven ese mensaje a todos los rincones de Tamaulipas, cumplirán eficazmente con la encomienda.



Con la visita de EPN, Tamaulipas, golpeado severamente por periodistas que se dicen “nacionales” y que sin venir hasta acá se regodean en asientos de piel durante programas de televisión nocturnos producidos en el Distrito Federal, sintió un respiro.



Por eso el entusiasmo que llenaba el Poliforum de Cd, Victoria, hizo que el candidato confesara al auditorio, que lo había contagiado y lo mismo dijo del espíritu de lucha de los hombres y mujeres de Tamaulipas que creen en la Democracia y en la Justicia Social.



Finalmente hizo una petición a 5 meses de la elección federal. Que Tamaulipas sienta que él es tamaulipeco y que lo haga uno más de los suyos. Quiero, terminó exclamado, cumplirle a Tamaulipas y a México.



Vamos a ganar la Presidencia de la República!, concluyó.



Al término del evento, la unidad priísta en Tamaulipas quedó confirmada; el triunfo electoral en la carrera presidencial se fortaleció; y la certeza de cambiar a México, quedó más que firme en el ánimo de los priístas de Tamaulipas.