lunes, 27 de junio de 2011

A UN AÑO DE LA PARTIDA DE RODOLFO…

"La vida de los pueblos es la suma de sus momentos de dolor y de júbilo…


A Tamaulipas le duele hoy, como hace un año, la desaparición de Rodolfo Torre Cantú.


Pueblo y gobierno, de luto aún, esperan con templanza que la justicia llegue.


No para júbilo, sino para lección histórica."
                                                              magf

jueves, 23 de junio de 2011

ME PUEDO FUMAR UN CIGARRO?

Me lo temía. La fuerza impresionista y faraónica de las instalaciones del Alcázar del Castillo de Chapultepec, apabulló la intención emocional del modesto grupo que tenía como objetivo dialogar en serio y a fondo, con el presidente de México.

Surgido en calles, carreteras y escuelas bañadas de sangre a lo largo y ancho de la nación, el movimiento que gozaba de la simpatía y el apoyo de millones de ciudadanos que vivimos a diario la angustia de la guerra que nadie pidió, terminó representado por los ciudadanos Héctor Sánchez, Yolanda Morán, José Guillermo Nava Mota, Carlos Castro Gurrona, Javier Sicilia, Julián Le Barón, María Herrera Magdaleno, Salvador Campanur Sánchez, Araceli Rodríguez, Norma Ledesma, Teresa Carmona, Roberto Galván, Leticia Gutiérrez, María Guadalupe Guzmán, Graciela Jaime, Julio Alonso Carvajal, Melchor Flores, José Cirilo Reyes, María de los Ángeles Vences, Omar Esparza, Otilia Cantú y Luz María Dávila.

Como si fuera un escalón al paraíso del humorismo palaciego, el poeta en quien se habían puesto esperanzas, ilusiones y anhelos populares de expresión férrea, terminó haciéndose el chistoso, preguntando al presidente Calderón: me puedo fumar un cigarro?

Ja ja… hubieran visto que simpático se vio el poeta Sicilia, poniendo, espero que inocentemente, la alfombra roja a una divagante contestación presidencial que no dijo porqué ensangrentó al país.

Sabrá Sicilia que fumar en un lugar cerrado, está prohibido? Si la respuesta es afirmativa, entonces debemos asumir que al consultar al presidente, puso en evidencia, para decepción nacional, que muy adentro de si, piensa que el ejecutivo federal tiene facultad para permitirle tal transgresión. Si es así, entonces que no pida cuentas.

La habilidad profesional del camarógrafo se manifestó cuando segundos después de la pregunta, Sicilia apareció a cuadro, sonriente como niño de kínder que acaba de descubrir que sus comentarios provocan hilaridad a los demás.

Obviamente, en ese instante, la nación perdía su gran oportunidad. Calderón ni tardo ni perezoso aprovecho el momentum, para iniciar un divagante discurso de medias respuestas, aderezado torpemente con estadísticas triunfalistas que inclusive exhibieron hasta a los maestros como culpables de la situación que guarda el país.

Que lastima, que el mismo creador de todo un movimiento social, haya tirado por la borda la oportunidad de presionar públicamente a nuestro mandatario a corregir el rumbo de su aberrante postura armamentista. Porque lo que se le pide no es que no luche contra los delitos contra la salud y contra la delincuencia, sino que lo haga de manera inteligente.

La fuerza de la nicotina le sirvió a la derecha en el poder federal como escalón mediático, de alfombra humorística, de peldaño populista, y lo peor, le sirvió de pretexto al presidente para destacar una vez más, que la guerra absurda no se va a detener, sino que continuará creciendo.

Hubieran visto al secretario de gobernación sentado a la derecha del presidente pronunciando la frase: “le concedo el uso de la palabra a…”

Aquella prepotencia era vergonzante. Auto erigido en supremo favorecedor del derecho de expresión de los asistentes a la reunión palaciega, el secretario de gobernación hizo gala de arrogancia displicente al conceder uso de la voz a los mexicanos que acudieron a la cita para exigir respuestas concretas y puntuales para sus lamentos, denuncias y vicisitudes.

Entre líneas, lo que recogieron fue un encubierto NO a la aplicación de estrategias; lejos de encontrar cuentas claras, la habilidad discursiva de Calderón los envolvió a participar en la guerra en calidad de auditores; para los mecanismo autogestivos de la sociedad, lo que encontraron fue una tangencial censura presidencial, porque el criterio del ejecutivo es aplicar supremacia de fuerza ante las armas delincuenciales, evadiendo asumir que dicho armamento tuvo que haber entrado por las aduanas que son responsabilidad de la federación; para los Estados Unidos, hubo una referencia velada, cuidando no provocar una posible tensión a causa de una declaración directa y franca que pudiera evidenciar el consumo de drogas en ese país.

En concreto, los acotaron y terminaron escuchando la voz presidencial que los envolvía sutilmente en la coparticipación de una responsabilidad que es netamente gubernamental, bajo la premisa de que sin participación ciudadana no es posible arreglar el tema que los tenia reunidos ahí.

Hoy, en 2011, en el mismo Castillo de Chapultepec donde irónicamente murieron los Niños Héroes, agonizó a manos del gobierno panista un movimiento ciudadano cuyo líder terminó pidiéndole al presidente Calderón, permiso para fumar.

domingo, 12 de junio de 2011

LOS PUBLICISTAS DE CALDERON...

El perverso ocultamiento de la realidad nacional que profesa el gobierno federal con la finalidad de continuar en el poder, lo ha orillado a crear condiciones mediáticas que afectarán la vida nacional durante mucho tiempo.


Los estrategas de la comunicación social presidencial son, en este momento de la vida de la nación, personas sobre quienes recaen dos responsabilidades que a mi parecer, son de carácter contradictorio.


Por un lado, la de ser leales a quien les paga a cambio de diseñar modelos de comunicación masiva que le hagan pensar a los mexicanos que todo está bien y que para que se ponga bonito el panorama futuro, el acierto ciudadano consiste en votar por el PAN en 2012.


Por otro, la de escuchar a su conciencia ciudadana que les muestra los errores de las políticas públicas económicas, sociales, culturales e inclusive de la diplomacia que en este sexenio han llevado al país a condiciones de miedo masivo, parálisis económica, crecimiento de la pobreza extrema, terrorismo político y hasta persecución política disfrazada.


Difícil en extremo debe ser para los publicistas de Calderón, salvo que sean mercenarios extranjeros, ver a su país sumido en la confusión y no poder decir la verdad.


Estos hombres y mujeres que hoy están obligados a mentir, seguramente en sus momentos de contemplación han de imaginarse lo fácil que sería su trabajo hoy, si Felipe Calderón Hinojosa hubiera llamado a todas las fuerzas políticas del país a que le platicaran sus proyectos desde el inicio del sexenio y partir de ahí, realizar acciones de asepsia social con inteligencia, inclusive compartiendo la responsabilidad de los resultados, como lo hizo Ernesto Zedillo, cuando cedió la PGR a los panistas vía Lozano Gracia.


Pero no, no fue así. El egoísmo de la legitimación lesionó la vertebra constitucional que ordena que sea la PGR quien atienda los delitos contra la salud y en absoluta negación a toda razón de carácter incluyente, la decisión presidencial fue enviar al ejército a las calles, carreteras y escuelas, sin un programa de acciones inteligentes. Ni siquiera tomó la precaución de ordenar a las aduanas que cerraran el paso a las armas provenientes del norte.


Por eso la realidad que ahora enfrentan los actuales publicistas presidenciales tiene dos vertientes: la primera, ocultar que la decadencia en puerta es un hecho resultante de decisiones tan equivocadas como unipersonales; y la segunda, engañar a la nación con estadísticas tan optimistas como manipuladas, que carecen de sustento lógico, doctrinario, pragmático, político o siquiera de fe.


Pero ni modo, los publicistas tienen que buscar la manera de demostrar a como dé lugar que México anda bien, aunque para ello tengan que ocultar las opiniones de dentro y de fuera de México que censuran la manera en que Calderón ha degradado la impartición de la justicia a nivel de asesinato urbano indiscriminado.


La consecuencia de esta manipulación de la realidad mexicana es grave, porque la confusión ciudadana que resulta es de magnitud incalculable, ya que por un lado la totalidad de los mexicanos leen, oyen y ven en los medios que todo está muy bonito, mientras a su alrededor la realidad es diametralmente opuesta. Es decir, los estratos económicos conocidos como ricos, clasemedieros y pobres, sin darse cuenta, han sido unidos por los estrategas mediáticos de la derecha en un solo segmento de miseria social, denominado disonancia cognoscitiva.


Que duro, de veras, para los publicistas que trabajan para la presidencia de la republica, tener que hacer este sucio ejercicio de posicionamiento e imagen. Pero en fin, tenemos que comprenderlos. Además, de no existir ellos, no faltaría quien elabore los discursos presidenciales que sin recato alguno anuncian que la muerte indiscriminada en calles, carreteras y escuelas, es una condición sine qua non para que la justicia se consolide en México. Y efectivamente, entre 40 mil muertos, alguno tuvo que haber sido delincuente…


Y es que sexenalmente, ya no hay tiempo. Inclusive la marcha de Sicilia llegó tarde. A Felipe Calderón y al PAN, se les acabo el tiempo. Por eso a los políticos de la derecha que tienen a su cargo poner a trabajar a los publicistas presidenciales, les importa muy poco la ética y el amor a la patria. Lo que tienen es angustia cronológica.


A estas alturas, al ordenar desesperadamente que se diseñen novedosas e improvisadas estrategias de mass media, los panistas exigen resultados inmediatos en los indicadores de aceptación. No importa que se tenga que recurrir a la manipulación de estadísticas, al incremento de escenarios de sangre urbana, a discursos aterciopelados ante la iniciativa privada o inclusive a escándalos persecutorios de personajes no panistas que amenacen el voto azul en 2012.


La prisa nubla la razón hoy, como la ilegitimidad ayer. Por eso lo que viene es predecible… un esfuerzo presidencial descomunal para desacreditar a los adversarios del PAN, una gran excusa para justificar 40 mil muertos y una gran difusión de estadísticas federales maquilladas. En ese tenor, los publicistas de Calderón tendrán dos opciones: negarse a ser cómplices de esta perversidad histórica, o cobrar más caro, porque engañar a los mexicanos, ya no es tan fácil.